El rostro sufriente de Afganistán - Alfa y Omega

El rostro sufriente de Afganistán

Alfa y Omega

«Cuando llegué a España, mi padre me dijo que no hablara de los talibanes, pero le dije que no podía. […] Tengo que mostrar al mundo que no han cambiado». Así se expresa Khadija Amin, una joven periodista que se vio obligada a huir de Afganistán dejando allí a sus tres hijos y a su marido, contra quienes pueden tomar represalias.

Su historia, igual que la de los otros afganos refugiados en España con los que habla Alfa y Omega, constituye un recordatorio de que no hay que olvidar la situación de este país, tampoco cuando el interés mediático decaiga –que lo hará–, y de que hay que seguir rezando por quienes padecen la violencia y viven con miedo. También ha de constituir una invitación a la sociedad internacional a tirar de creatividad para mejorar las condiciones de vida de la población.

Con la acogida de Khadija, con el encuentro con el otro, se abre una ventana al dolor de los descartados, que es el dolor del mundo y del Señor, y también de esperanza. «Ofrecer hospitalidad abre la posibilidad de un encuentro con Dios» y «genera vida», como recordó hace unos días el subsecretario de la Sección Migrantes y Refugiados del Vaticano, cardenal Michael Czerny.

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