El presidente de Nicaragua, Daniel Ortega, ha cargado con dureza contra la Iglesia católica, a la que ha tildado de «dictadura perfecta» y de «usar» a sus obispos para «dar un golpe de Estado» en el país centroamericano. «¿Desde cuándo los curas están para dar un golpe de Estado? ¿Desde cuándo tienen autoridad para hablar de democracia?», se ha preguntado.
En este sentido, el mandatario —que fue reelegido en unas elecciones calificadas como fraudulentas por la comunidad internacional— ha cuestionado el sistema de elección de los sacerdotes, obispos, cardenales e incluso del Papa. «Los oímos hablar de democracia y no practican la democracia», ha subrayado.
Por último, Ortega ha acusado a los religiosos de cometer «miles de crímenes en el mundo» desde la Inquisición: «La santa Iglesia católica quemando, matando, incinerando, persiguiendo, organizando cruzadas para asesinar a los que no compartían su credo», ha dicho.
Unas acusaciones que son precisamente las que le imputan al régimen del presidente nicaragüense un nutrido grupo de organizaciones de derechos humanos. Hace tan solo dos semanas, por ejemplo, la Oficina de la ONU para los Derechos Humanos denunció las «graves» violaciones cometidas por el Gobierno de Nicaragua. También el Parlamento Europeo se expresó en términos similares el pasado 15 de septiembre, aunque en este caso la denuncia versó sobre la dura persecución contra la Iglesia católica desatada por Ortega.
Según la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH), al menos 355 personas murieron en el contexto de las manifestaciones antigubernamentales de 2018, las cuales fueron cruentamente reprimidas por la pareja presidencial.