El Pontífice sabio
Siete veces doctor honoris causa, Ratzinger «pasará a la historia como uno de los grandes predicadores», aseguran sus estudiosos, que no descartan que sea padre de la Iglesia
El profesor Gerardo del Pozo, exdecano de la Facultad de Teología de San Dámaso y experto en Ratzinger, considera que el Papa alemán «pasará a la historia como uno de los grandes predicadores, como lo fueron otros Pontífices como san León Magno o san Gregorio Magno», y hay quien sostiene que será padre de la Iglesia. Sus dotes como predicador tienen mucho que ver con la larga experiencia que tuvo como profesor universitario e investigador. «Se sintió siempre íntimamente llamado a la teología, pero, si cabe, destaca más aún como predicador», señala Del Pozo.
Benedicto XVI escribió tres encíclicas, Deus caritas est, Spe salvi y Caritas in veritate; y dejó terminada una cuarta, Lumen fidei, que firmó el Papa Francisco. Gerardo del Pozo considera que el Papa alemán expuso en ellas una teología existencial; una teología de la existencia cristiana. Junto a sus encíclicas, Ratzinger firmó cuatro exhortaciones apostólicas, fruto de los cuatro sínodos que se celebraron durante su pontificado: Ecclesia in Medio Oriente, sobre la Iglesia en Oriente Medio; Africae munus, de la Iglesia en África; Verbum Domini, sobre la Palabra de Dios en la vida y en la misión de la Iglesia, y Sacramentum caritatis, sobre la Eucaristía como fuente y culmen de la vida y de la misión de la Iglesia.
De las catequesis de Benedicto XVI, Gerardo del Pozo destaca aquellas en las que explicó cómo se fue conformando la Iglesia a lo largo de los siglos, y en las que habló sobre los apóstoles, los padres de la Iglesia, los santos…, «aquellas personas que han contribuido a desarrollar el mensaje cristiano. Se podría decir que desarrolló una teología de los santos. También destacan la catequesis que realizó sobre la oración y los salmos».
Respecto a los discursos pronunciados por Benedicto XVI, Del Pozo valora cuatro especialmente importantes: el de la Universidad de Ratisbona sobre fe, razón y universidad; el del Colegio de los Bernardinos, en París, sobre la teología occidental y las raíces de la cultura europea; el de Westminster Hall, en Londres, sobre el papel de la religión en la vida pública y la necesidad de que religión y razón se complementen mutuamente, y el del Parlamento alemán, sobre la fundamentación ética de las decisiones políticas, la razón, el derecho y la ecología.
Durante su pontificado, Benedicto XVI subrayó el valor de la religión como una fuerza positiva y promotora de la construcción de la sociedad civil y política. Siempre condenó cualquier intento de justificar la violencia por motivos religiosos. En la Jornada Mundial de la Paz de 2011 recalcó con firmeza que «el fanatismo, el fundamentalismo, las prácticas contrarias a la dignidad humana, nunca se pueden justificar, y mucho menos si se realizan en nombre de la religión. La profesión de una religión no se puede instrumentalizar ni imponer por la fuerza».
Benedicto XVI lanzó una audaz propuesta de nueva evangelización, para lo cual creó el Pontificio Consejo para la Promoción de la Nueva Evangelización, y convocó un Año de la Fe. En su discurso al nuevo consejo pontificio, el Papa les dijo que «ser cristiano no es una especie de vestido que se lleva en privado o en ocasiones particulares, sino que se trata de algo vivo y totalizante, capaz de asumir todo lo que de bueno existe en la modernidad». Otros temas destacados del magisterio de Benedicto XVI fueron la necesidad de purificación en la Iglesia y prevenir cualquier tipo de abuso —como se puede ver en la carta a los católicos de Irlanda—; su «compromiso prioritario» con el ecumenismo, y la familia como auténtica «ecología humana».
Desde su elección como obispo, Joseph Ratzinger vivió la tensión entre su vocación a la teología, íntimamente sentida, y las tareas eclesiales que se le iban encomendando. Su deseo e intención al final del pontificado de Juan Pablo II era escribir un libro sobre Jesucristo, que pusiera a disposición de todo el mundo los frutos de su largo camino de meditación sobre el Hijo de Dios. Afortunadamente pudo cumplir su deseo con la publicación de su obra Jesús de Nazaret. La empezó a escribir en 2004, antes de ser elegido Papa. Tras su elección, tuvo que aprovechar todos los momentos libres para avanzar en la obra. Gerardo del Pozo considera que, en este compendio, Ratzinger partió de un hecho: «La fe pospascual tiene su fundamento en la vida de Jesús. Y el centro de la vida de Jesús fue su relación con el Padre». Del primer tomo, subtitulado Desde el Bautismo hasta la Transfiguración, Del Pozo destaca «la oración de Jesús como revelación de Dios». El tomo segundo, Desde la entrada de Jerusalén a la Resurrección, «contiene una reflexión sobre el misterio pascual de Cristo». Finalmente, Benedicto XVI pudo publicar el tercer tomo, La infancia de Jesús.
Como reconocimiento a su trabajo, Benedicto XVI recibió siete doctorados honoris causa, algo muy poco común. En Benedicto XVI, Dios regaló a su Iglesia y al mundo un auténtico servidor de la Verdad: la siguió, la amó, la estudió y la supo mostrar como camino de salvación para todos.