El Parlamento Europeo acogió un acto en honor del beato Stepinac

El Parlamento Europeo acogió un acto en honor del beato Stepinac

Los comunistas tergiversaron su intercesión por los judíos ante el régimen filonazi croata para condenarlo, aseguró el postulador de su Causa

María Martínez López
Stepinac Parlamento Europeo
Un momento de la jornada en la Eurocámara. Foto: Glas Koncila.

Cuando los primeros judíos exiliados empezaron a llegar a Zagreb (en la actual Croacia, entones parte del reino de Yugoslavia) en 1936 desde Alemania y Polonia, recordó, el entonces arzobispo coadjutor Alojzije Stepinac se puso al frente de un comité para atenderlos y recaudar fondos para permitirles vivir dignamente y encontrar empleo. «Numerosas cartas de agradecimiento de particulares e instituciones judías son testigo de esta amplia y viva actividad». Lo aseguró la semana pasada Juraj Batelja, postulador de su Causa de canonización, durante una jornada dedicada a su figura en el Parlamento Europeo.

Sin embargo, después de la guerra, en 1946, el régimen comunista yugoslavo lo condenó por traición y por colaborar con el Gobierno del Estado Independiente de Croacia, un Estado títere del III Reich gobernado por el movimiento fascista Ustasha. Muchos tergiversan su intercesión ante las autoridades a favor de los judíos para presentarla como colaboracionismo, aseguró Batelja, según recoge el semanario católico croata Glas Koncila. De hecho, citó cómo los alemanes lo consideraban «amigo de los judíos». Por el contrario, antes de llegar al poder y considerarlo «enemigo del pueblo», los partisanos habían mostrado simpatía hacia él.

También trabajó a favor de los serbios, especialmente por los niños víctimas de la guerra. «Estableció para ellos un refugio al lado del palacio arzobispal en Zagreb, convirtió el Castillo del Arzobispo de Brezovica en un hogar para huérfanos de la guerra. Por sí sola Cáritas Zagreb se hizo cargo de más de 7.500 niños serbios», aseguró el postulador. A pesar de ello, señaló que durante décadas, la figura de Stepinac había sido objeto de las mentiras y medias verdades difundidas sobre él por la propaganda comunista y nacionalista serbia, que terminó convenciendo a la sociedad de que la Iglesia era una institución fascista y antisemita.

«Un hombre justo»

El acto, con el título El beato Alojzije Stepinac. Un testimonio de fe, perseverancia y esperanza, se celebró el día 21 de marzo. Estaba organizado por la europarlamentaria croata Željana Zovko, del Partido Popular Europeo, y contó con la participación de historiadores y representantes de la Iglesia. La organizadora explicó que su intención al organizar el acto era contribuir a conservar la figura y promover la verdad sobre alguien que «en medio de las circunstancias del más oscuro totalitarismo, merece el lugar de un hombre justo».

Además, él mismo «fue víctima de un régimen totalitario», el comunista. «Como miembro del grupo para promover la cultura de la memoria, estoy firmemente comprometida con la condena a todos los regímenes totalitarios».

Durante la jornada, se presentó la traducción al inglés del libro Beato Alojzije Stepinac. Salvando a judíos y serbios en la Segunda Guerra Mundial, de Batelja. Los historiadores Robin Harris y Ester Gitman presentaron la obra y alabaron la gran cantidad de documentación poco accesible en inglés que contiene. El párroco de Krasic, Ivan Vukac, desarrolló su labor con los judíos de esta localidad, donde creció y donde vivió sus últimos nueve años de vida bajo arresto domiciliario.

Claro y alto contra el genocidio

El consejero de la Nunciatura ante la UE, Hrvoje Skrlec, afirmó durante su intervención que «en el extranjero, muchos creían en su inocencia. Por ejemplo, el premio Nobel de Literatura François Mauriac escribió que Stepinac había sido condenado por negarse a cortar el vínculo con el Papa. Asimismo, el Papa y la Santa Sede siempre estuvieron convencidos de que había sido condenado injustamente.

De hecho, aunque en Serbia las críticas a su sentencia siempre han sido y siguen siendo casi un tema tabú y la mayoría de la Iglesia ortodoxa y la opinión pública serbia lo consideran culpable, también existen quienes no compartían esa convicción. Por ejemplo el obispo Dositej de Zagreb, a quien Stepinac salvó la vida, y el obispo Dionisio de Canadá.

«Siempre tuvo conciencia de su identidad. Era croata. Era absolutamente fiel a la Iglesia católica. Pero no era exclusivista en lo nacional, lo religioso o lo racial», matizó Skrlec. «Cuando las leyes racistas se introdujeron en Croacia, no permaneció callado. Según algunos historiadores, ningún líder eclesial en Europa habló con tanta claridad y tan alto contra el genocidio. Y no solo habló, sino que también actuó».