El Papa visita México y Cuba. Una sacudida de esperanza - Alfa y Omega

El Papa visita México y Cuba. Una sacudida de esperanza

En plena celebración del bicentenario de las Repúblicas iberoamericanas, el Papa llega mañana a México, donde se encontrará con una nación que le espera con los brazos abiertos, pero conmocionada por la violencia del narcotráfico. La visita a Cuba, del 26 al 29 de marzo, se produce en un momento clave para el país, que experimenta una incipiente apertura política, no exenta de riesgos de involución. Llega precedida por una histórica peregrinación de la Virgen de la Caridad del Cobre por toda la isla, que ha reavivado la fe dormida de muchos cubanos

Jesús Colina. Roma
Una mujer cubana, desde su casa, sigue la celebración del vía crucis por las calles de La Habana, el pasado 3 de marzo.

Dos elementos hacen que el viaje del Papa a Cuba sea decisivo. Por una parte, el país experimenta importantes cambios políticos, sociales y económicos, aunque no termina de vislumbrarse el fin de la dictadura. En este contexto, en estos dos últimos años, el cardenal Jaime Ortega, arzobispo de La Habana, se ha convertido en la figura super partes de mayor peso en la sociedad cubana, ejerciendo una labor de mediación entre el régimen y la disidencia.

Por otro lado, la Iglesia católica vive un momento de renovación espiritual, que vivirá su momento culminante cuando el obispo de Roma se postre ante los pies de la Virgen María, en la celebración del cuadragésimo aniversario del hallazgo de la imagen de la Virgen de la Caridad del Cobre, patrona de la isla. Los acontecimientos vividos en este último año en Cuba no tienen precedentes: millones de personas han salido al paso de la imagen de la Virgen, que ha recorrido la isla. Ha sido el mayor acontecimiento religioso desde tiempos de la revolución castrista, con la única excepción del Viaje de Juan Pablo II de enero de 1998.

El lunes, 26 de marzo, en la Misa, con ocasión del cuatrocientos aniversario del hallazgo, en la plaza Antonio Maceo de Santiago de Cuba, estarán representados tantos los católicos de la isla, como los del exilio. Y el Papa rezará junto a ellos para que —según se lee en el Misal— «se reconozcan hermanos por encima de cualquier diferencia y, desde la diversidad, busquen siempre el bien de la sociedad y de la patria en el diálogo y la comprensión».

Otro momento central del viaje será la Misa que presidirá Benedicto XVI en la plaza de la Revolución de La Habana, el 28 de marzo. El Papa, según puede leerse en las oraciones redactadas para esa Eucaristía, se unirá a las súplicas por los gobernantes «para que favorezcan siempre la justicia, la paz, el desarrollo y la fraternidad».

México, en plena tensión

Si se piensa en la complicada situación de Cuba, podría creerse que el viaje del Papa a México sería algo así, para él, como jugar en casa. Sin embargo, cuando Benedicto XVI aterrice mañana en el aeropuerto internacional de Guanajuato, el país esperará de él una respuesta a acuciantes problemas.

México llora a los 60 mil muertos que ha dejado, en estos cinco años, el narcotráfico. Y las tensiones de esta situación dramática escuecen aún más en plena campaña electoral (hay elecciones presidenciales el 1 de junio). En este contexto, no sólo el 91 % de los católicos, sino toda la población espera del Papa una palabra de consuelo y una sacudida moral para superar la corrupción endémica que vive el país desde hace décadas, tanto en su sistema económico como político, y que en buena parte ha originado la situación actual.

En el acto central de la visita, unas 350 mil personas se darán cita con el Papa en el centro geográfico de la República, junto al Cerro de Cristo Rey, en el Cubilete, para sacar inspiración de cara al futuro de este país. Como dice el Misal que el Papa seguirá en México, «para la Iglesia que busca al Señor en tierra mexicana, esta visita tiene un fuerte significado de alegría y esperanza: de alegría por la experiencia que tiene ya de recibir con entusiasmo a un sucesor de Pedro; de esperanza porque, en medio de las dificultades por las que atraviesa la nación, su palabra será sin duda un ungüento que sana las heridas causadas por el pecado del hombre y que fortalece el testimonio cristiano confirmando a sus hermanos en la fe».