El Papa reza por los inocentes que sufren sentencias injustas

El Papa ha roto este Martes Santo la costumbre de las últimas semanas de ofrecer la Misa en Casa Santa Marta por personas afectadas de una forma u otra por la pandemia del COVID-19. En este día, ha preferido pedir «por todas las personas que sufren un juicio injusto a causa de la persecución». Francisco los ha comparado con Jesús, que «fue juzgado con dureza, con saña, siendo inocente».

Luego, el Santo Padre ha centrado la homilía en el segundo canto del Siervo del profeta Isaías. Una profecía sobre el Redentor, pero también sobre la Iglesia y sobre cada uno. «El pueblo de Dios fue elegido antes de nacer: también cada uno de nosotros. Ninguno cayó en el mundo por casualidad», ha destacado Francisco. Al contrario, todos tenemos un destino: «Ser hijo de Dios, ser siervo de Dios, con la tarea de servir, de construir, de edificar».

El Siervo por antonomasia, Jesús, hizo realidad ese servicio «hasta la muerte. Parecía una derrota, pero era la manera de servir», ha subrayado el Santo Padre. Es además modelo de cómo actuar en nuestra vida: dándonos a nosotros mismos, sin «pretender para cada uno otro beneficio que no sea el de servir». Alejarse de esta actitud es apostatar, porque uno abandona la vocación dada por Dios y se aleja de su amor.

El Papa ha reconocido que en este camino «hay caídas», pues salvo Jesús y la Virgen «todos los demás somos pecadores. Pero lo que importa es la actitud ante el Dios que me eligió», siendo capaces de arrepentirnos, llorar y pedir perdón. Como Pedro. «En cambio, cuando el siervo no puede comprender que ha caído, cuando la pasión lo toma de tal manera que lo lleva a la idolatría, abre su corazón a Satanás, entra en la noche». Como Judas.