El Papa pide una «Navidad más humilde» para ayudar a los ucranianos

El Papa pide una «Navidad más humilde» para ayudar a los ucranianos

En la catequesis, Francisco ha invitado a estar vigilantes porque «muchas veces el Señor ha dado muchas gracias y al final no somos capaces de perseverar y lo perdemos todo»

María Martínez López
Francisco saluda a su llegada al Aula Pablo VI. Foto: Efe / EPA / Riccardo Antimiani.

El Papa Francisco ha pedido este miércoles «una Navidad más humilde» en la que se ahorre en gastos y en regalos para ayudar a los ucranianos afectados por la guerra. En la audiencia general de este miércoles, ha vuelto a aprovechar para expresar su cercanía al pueblo ucraniano y a pedir oraciones por «estos hermanos que sufren tanto», informa Efe.

«Se sufre mucho, mucho en Ucrania». Y ha profundizado: «Sienten hambre, sienten frío y mueren porque no hay médicos ni enfermeras». Por ello, ha continuado, «quiero llamar la atención sobre la próxima Navidad y estas fiestas. Es muy bonito festejar, pero bajemos el nivel, el nivel de los gastos de Navidad. Celebremos una Navidad más humilde, con regalos más humildes y lo que ahorremos, lo enviemos al pueblo ucraniano, que lo necesita», ha pedido el Santo Padre. Es decir, ha invitado a vivir «una Navidad en paz y con el Señor, sí, pero con los ucranianos en el corazón. Hagamos ese gesto concreto por ellos».

Hace unos días, la Limosnería apostólica, la institución que se encarga de realizar las obras de caridad en nombre del Papa, pidió donaciones de camisetas térmicas para poder enviarlas a Ucrania «ante la situación de emergencia que están viviendo no solo por la guerra, sino también por la falta de electricidad, de gas y al clima invernal».

Vigilancia

Antes de este llamamiento, durante la catequesis, Francisco ha comenzado la última parte del ciclo sobre el discernimiento, que está dedicada a la confirmación de la elección realizada. En concreto, ha hablado de la vigilancia. Es la actitud que deben tener «los cristianos que esperan la venida definitiva del Señor». Pero es también «la actitud ordinaria de mantenerse en la conducta de vida, para que nuestras buenas elecciones, a veces hechas después de un exigente discernimiento, puedan continuar de manera perseverante y coherente y dar fruto».

«Muchas veces, quizá, el Señor ha dado muchas gracias y al final no somos capaces de perseverar en esta gracia y lo perdemos todo, porque nos falta vigilancia», ha advertido el Pontífice. Cuando esto ocurre, «el maligno pueda estropearlo todo, haciéndonos volver al punto de partida, y es más, en peores condiciones».

El demonio, ha explicado, espera el momento en que uno está demasiado seguro de sí mismo y todo va viento en popa. En la parábola del demonio expulsado de una casa que vuelve a ella, «todo está en orden, pero ¿dónde está el propietario?». Francisco ha respondido: «Ha perdido la humildad para cuidar su corazón».

Además, «quizá se había enamorado demasiado de la casa, es decir de sí mismo, y había dejado de esperar al Señor». O por no perturbar el orden «ya no acogió a nadie». «Aquí hay mal orgullo, la presunción de ser justo». Por eso el demonio puede volver «junto con otros siete espíritus peores». Son «los demonios corteses», que «entran sin que te des cuenta» porque de entrada no generan desorden, no parecen tentaciones. Pero «entran con la nuestra para salir con la suya», como decía san Ignacio de Loyola en los ejercicios espirituales.