El Papa invita a los artistas a ser los intérpretes del grito silencioso de los pobres
Francisco se reúne con 200 creadores de todo el mundo con motivo del 50 aniversario de la Colección de Arte Moderno y Contemporáneo de los Museos Vaticanos
«Quisiera pediros que no os olvidéis a los pobres, que son los predilectos de Cristo, en todas las formas en que uno es pobre hoy. Los pobres también necesitan el arte y la belleza». Así ha concluido el Papa Francisco el discurso durante el encuentro que ha mantenido con 200 artistas de todo el mundo —entre ellos, los españoles Javier Cercas y Cristina Morales— con motivo del 50 aniversario de la Colección de Arte Moderno y Contemporáneo de los Museos Vaticanos.
También les ha dicho que algunos «experimentan formas muy duras de privación de la vida» y, por eso, «lo necesitan más». «De ordinario no tienen voz para hacerse oír. Vosotros podéis ser los intérpretes de su grito silencioso», ha continuado.
Previamente, Francisco ha reivindicado la decisiva aportación de los artistas, porque tienen «la capacidad de soñar nuevas versiones del mundo, de introducir novedades en la historia». Y citando a Romano Guardini, les ha dicho que son como visionarios, «un poco como profetas».
«Sabéis mirar las cosas en profundidad y en la distancia, como centinelas que estrechan los ojos para otear el horizonte y comprender la realidad más allá de las apariencias. En esto estáis llamados a escapar del poder sugestivo de esa supuesta belleza artificial y superficial que hoy está muy extendida y a menudo cómplice de los mecanismos que generan desigualdades. Es una belleza falsa, cosmética, un maquillaje que oculta más que revela», ha continuado.
El Papa ha profundizado en la idea de los artistas como profetas, pues como los bíblicos, confrontan «con cosas que a veces molestan, inquietan, criticando los falsos mitos, los nuevos ídolos, las trampas del consumo, las artimañas del poder». Y como centinelas son una conciencia crítica: «Siento que sois aliados para muchas cosas que están cerca de mi corazón, como la defensa de la vida humana, la justicia social, los últimos, el cuidado de la casa común, el sentirnos todos hermanos. Me importa la humanidad de la humanidad. Porque también es la pasión de Dios».
Por otra parte, los ha animado a cultivar la armonía: «Estamos en una época de colonización ideológica y de conflictos desgarradores. También la Iglesia puede verse afectada. El conflicto puede actuar como una falsa pretensión de unidad, también pueden hacerlo las divisiones, las facciones, el narcisismo. Necesitamos que el principio de armonía habite más nuestro mundo. Los artistas podéis ayudarnos».
Arte y fe cambian y transforman
Asimismo, Francisco ha recordado los vínculos entre arte y fe. Los dos perturban, no pueden dejar las cosas como están: las cambian, transforman y convierten. «El arte no puede ser un anestésico. Da paz, pero no duerme las conciencias, las mantiene despiertas», ha añadido.
«A menudo intentan sondear el submundo de la condición humana, los abismos, las partes oscuras. No somos solo luz y ustedes nos lo recuerdan. Pero hay necesidad de arrojar la luz de la esperanza en la oscuridad de lo humano, del individualismo y la indiferencia», ha insistido.
También ha defendido la amistad entre el arte y la Iglesia, una amistad que ha definido como «natural y especial». Natural porque «el artista se toma en serio la inagotable profundidad de la existencia, la vida y el mundo». Y especial porque hay «tramos de historia recorridos juntos, que pertenecen al patrimonio de todos, creyentes y no creyentes». «Esperamos nuevos frutos en nuestro tiempo, en un clima de escucha, libertad y respeto. La gente necesita estos frutos, frutos especiales», ha concluido.