El Papa denuncia el trabajo infantil como «forma de esclavitud y reclusión que causa sufrimientos físicos y psicológicos» - Alfa y Omega

El Papa denuncia el trabajo infantil como «forma de esclavitud y reclusión que causa sufrimientos físicos y psicológicos»

Este «fenómeno», ha dicho Francisco durante la audiencia general, «priva a los niños y niñas de su infancia y pone en peligro su desarrollo integral»

José Calderero de Aldecoa
Foto: VaticanMedia

Con motivo del Día Mundial contra el Trabajo Infantil, que se celebrará este viernes 12 de junio, el Papa ha denunciado durante la audiencia general de hoy miércoles este «fenómeno» que «priva a los niños y niñas de su infancia y pone en peligro su desarrollo integral».

Según Francisco, esta forma de explotación continúa incluso «en la situación actual de emergencia sanitaria» causada por el COVID y afecta a «muchos niños y jóvenes» de «varios países», donde se ven «obligados a realizar trabajos inadecuados a su edad, para ayudar a sus familias en condiciones de extrema pobreza».

En no pocos casos, ha asegurado el Pontífice, «se trata de formas de esclavitud y reclusión que causan sufrimientos físicos y psicológicos» y de las que «todos nosotros somos responsables». Los niños son el futuro de la familia humana y «nos corresponde a todos la la tarea de favorecer su crecimiento, su salud y su serenidad».

Por todo ello, el Santo Padre ha hecho un llamamiento a las instituciones para que se esfuercen «al máximo» en «proteger a los menores, calmando las brechas económicas y sociales que constituyen la base de la distorsionada dinámica en la que, desgraciadamente, se ven envueltos» los niños.

Dejarnos cambiar por Dios

Previamente, el Papa ha reflexionado durante la catequesis sobre la oración a partir de la figura bíblica de Jacob, un hombre que «parece tener éxito en cada gesta de su vida» pero al que «le falta la relación viva con sus raíces».

Cuando decide volver a su casa, una noche se le plantea la oración como una lucha con Dios de la que Jacob sale cambiado. «Por una vez ya no es dueño de la situación» y «no tiene otra cosa que presentar a Dios que su fragilidad y su impotencia, también sus pecados». Y es este «Jacob el que recibe de Dios la bendición, con la cual entra cojeando en la tierra prometida: vulnerable y vulnerado, pero con el corazón nuevo».

De igual forma, «en las muchas noches de nuestra vida, en los momentos oscuros, momentos de pecados, momentos de desorientación» también «ahí hay una cita con Dios», ha asegurado Francisco. Entonces, «tomaremos conciencia de ser solo pobres hombres», pero «no debemos temer porque en ese momento Dios nos dará un nombre nuevo, que contiene el sentido de toda nuestra vida. Nos cambiará el corazón y nos dará la bendición reservada a quien se ha dejado cambiar por Él. Esta es una hermosa invitación a dejarnos cambiar por Dios», ha concluido.