Francisco da «una patada inicial» a la Jornada Mundial de los Niños en el Estadio Olímpico
Durante el primer día del evento, 30.000 chavales lo han visto. Él les ha dicho que «la paz siempre es posible»
«¡Hola, Papa Francisco! Un saludo de todos los niños de Europa que quieren la paz», le ha dicho el niño italiano Vincenzo Carrisi según el Pontífice ha ingresado con su papamóvil en el Estadio Olímpico de Roma. Allí ha tenido lugar el evento principal del primer día de la Jornada Mundial de los Niños, que la Ciudad Eterna alberga los días 25 y 26 de mayo.
Unas 30.000 personas de todas partes del mundo se han desplazado para ver al Papa Francisco a las instalaciones que albergaron los Juegos de 1960, actualmente el campo de referencia para los dos equipos de fútbol de la ciudad, la Asociación Deportiva Roma y la Sociedad Deportiva Lazio. Entre los peregrinos, una pequeña delegación infantil procedente de Burundi, China, Australia y Brasil se han acercado al Santo Padre para decirle que los niños del mundo «queremos estar juntos y soñamos con ser una única gran familia».
Aparte de esta primera representación de los cinco continentes, Valeria, una chica italoucraniana, ha saludado al Santo Padre, según los organizadores, en nombre «de un continente que nos hemos inventado: el de los niños que no han podido venir». «Nos están siguiendo desde sus países», ha asegurado ella.
Una «patada inicial» por la infancia
«Queridas niñas y niños, aquí estamos, ha empezado la aventura de la Jornada Mundial de los Niños», ha comenzado el Pontífice en su discurso tras estas presentaciones. «Nos hemos reunido en el Estadio Olímpico para dar la patada inicial a un movimiento de niñas y niños que quieren construir un mundo de paz donde todos seamos hermanos», ha deseado. «En vosotros, los niños, todo habla de vida y futuro. Y la Iglesia, que es madre, os acoge y acompaña con ternura y esperanza», les ha asegurado.
Francisco ha recordado cómo, el pasado 7 de noviembre en el Aula Pablo VI, ya «tuve la alegría de acoger en el Vaticano a algunos miles de niños de muchas partes del mundo». «Aquel día me enviasteis una ola de alegría al plantearme vuestras preguntas sobre el futuro». Según el Papa, «ese encuentro dejó una huella en mi corazón» que le hizo entender que «la conversación con vosotros debía continuar y llegar a otros muchos niños».
«¿Estáis tristes por las guerras?», les ha preguntado el Santo Padre. Ante las tímidas respuestas de los infantes, les ha insistido: «¡No os oigo!». Tras una mucho más fuerte condena de los chavales desde las gradas, les ha contado que «hoy he recibido a niños de Ucrania con mucho dolor por la guerra». Varios de ellos, heridos físicamente. «Muchos de vuestros coetáneos no pueden ir al colegio, los llevo en el corazón, recemos por ellos», ha pedido.
Él y los 30.000 presentes han pedido «por los niños que sufren la guerra, los que no tienen de comer y los que están enfermos sin que nadie los cuide». Y haciéndose eco del lema de la jornada, Yo hago nuevas todas las cosas, Francisco ha explicado que «Dios nos da la novedad y todo lo que no es nuevo al final se acaba». Por eso ha invitado a los niños a «tener alegría, que es salud para el alma». Posteriormente, ha rezado un avemaría con ellos.
«La paz es siempre posible»
Tras estas primeras palabras, Francisco ha abandonado todo protocolo y ha respondido informalmente las preguntas que le hacían los niños. El primero ha sido Jerónimo, de Colombia, quien quería saber «si la paz es siempre posible». Convencido, el Papa se ha servido de la espontaneidad de otro niño cerca de él para rebotarle la cuestión. «¿Qué debo hacer cuando tengo un problema con otro niño?», le ha preguntado. A lo que el chaval le ha contestado: «Perdonar y pedir perdón». Después, el Papa ha mostrado los niños cómo se hace y, estrechando la mano de Jerónimo, ha dicho a todos: «Este es un gesto de paz». También ha pedido a los asistentes que «repitáis este gesto con la persona que tenéis al lado». «La paz es siempre posible», ha insistido.
Más tarde, Lian Maris, una niña de Burundi, ha preguntado al Santo Padre: «¿Qué puedo hacer yo para que mundo sea mejor?». A lo que el Pontífice le ha recomendado: «No discutir, hablar a los demás con amabilidad y jugar juntos». «Haciendo estas cosas, el mundo será mejor, adelante», ha recomendado a la niña antes de bendecirla.
Ricardo, un chaval gitano del depauperado barrio napolitano de Scampia, ha preguntado al Papa «cómo puedo hacer para amar a todos, todos, todos». «Debemos comenzar poco a poco», le ha recomendado el Pontífice, empezando por «los compañeros del colegio».
Una adolescente paquistaní le ha preguntado si «es cierto que somos todos hermanos y hermanas». «Es una pregunta muy profunda», ha opinado el Santo Padre, quien le ha dado una repuesta positiva añadiendo que «eso nos convierte a todos en amigos en vez de enemigos».
Tras un interludio musical de varios cantantes italianos como Renato Zero y un partido amistoso de fútbol, Luis Gabriel, un adolescente nicaragüense ha preguntado «por qué hay gente que no tiene casa ni trabajo». Francisco ha sido tajante: «Esto es una injusticia». «Hoy estamos contentos de que este amigo nuestro se haga la pregunta de “por qué”. Es el fruto de la maldad, el egoísmo y la guerra», ha sentenciado.
El Papa ha preguntado entonces a la galería: «Si una persona intenta escalar sobre la cabeza de los demás, ¿es buena o mala?». Ante la condena a voces de los participantes, Francisco ha añadido que «muchos países gastan el dinero en comprar armas para destruir mientras su gente no tiene de comer». Y ha pedido a los asistentes «un favor»: que todos los días, «mientras rezáis, pidáis por los niños que sufren esta injusticia».
«Llamad a la puerta de los mayores»
Una niña coreana vestida con un traje tradicional ha preguntado al Papa Francisco, tras mostrarle un cortometraje realizado por la Fundación Fratelli Tutti en el que ella misma abría a los pobres las puertas de la basílica de San Pedro, «cómo hacer para abrir el corazón de los mayores». El Papa le ha respondido que «vosotros, los niños, debéis tener esta ilusión de hacer cosas que hagan pensar a los mayores».
Haciendo referencia al filme protagonizado por ella, Francisco ha celebrado cómo «ella ha visto a un hombre que era pobre, que no tenía casa, que estaba bajo la luvia y se ha escapado para ayudarlo». Y ha emplazado a los niños a «dar estos ejemplos a los mayores para que los vean; debéis llamar a su puerta». «Vosotros, los niños, podéis hacer una verdadera revolución con vuestras preguntas y vuestras inquietudes», ha sentenciado.
Los regalos al Papa
Posteriormente, tras un espectáculo circense, más canciones y el regalo de cartas y dibujos de los niños, un grupo le ha entregado una pequeña réplica de la Cruz de la Alegría, un crucifijo colorido que ha estado en el estadio durante todo el evento. La pieza original será transportada el domingo a la Plaza de San Pedro.
En la fila que entregaba sus presente a Francisco había niños de todos los países, también afganos que volaron de Lesbos a Roma en 2016 cuando eran mucho más pequeños tras la visita del Papa a los refugiados en la isla.
En nombre de 60 niños de Jerusalén, Gaza y Belén, el padre Ibrahim Faltas, vicario de la Custodia de Tierra Santa, ha entregado al Papa un adornado plato conmemorativo de su visita hace diez años a Israel y Palestina. Además, una niña con discapacidad ha cantado una emocionante canción sobre la Ciudad Santa.
Posteriormente, Renato Zero y Al Bano (célebre por canciones como Felicidad) han vuelto a interpretar temas italianos como cierre. Por último, el director italiano Matteo Garrone, nominado al Óscar por la película Yo capitán, ha presentado a Francisco al elenco de este largometraje sobre dos jóvenes que abandonan Dakar para emprender un camino a Europa. El evento ha concluido con unos impresionantes fuegos artificiales.