7.000 niños de todo el mundo ven al Papa de cerca - Alfa y Omega

7.000 niños de todo el mundo ven al Papa de cerca

Francisco se encontró el pasado lunes con niños de 84 países diferentes, a los que propuso proteger la creación, controlar su genio y ser instrumentos de paz

Rodrigo Moreno Quicios
Francisco enseña a los niños a crear una cultura de paz en ellos mismos
Francisco enseña a los niños a crear una cultura de paz en ellos mismos. Foto: AFP / Alberto Pizzoli.

«Ha sido muy extraño y a la vez muy bonito, no esperaba ver jamás a una persona tan famosa», cuenta Sara, una siciliana de 12 años, a Alfa y Omega en la plaza de San Pedro, nada más participar en el evento I bambini incontrano il Papa (Los niños se encuentran con el Papa). Se ha pegado un madrugón para llegar a Roma desde la isla, pero está encantada de haber hecho el viaje junto a los amigos de la comunidad de acogida en la que vive y que gestionan las hermanas de la Divina Providencia. Ella y sus compañeros tienen entre 6 y 12 años y son un grupito más de entre los 7.000 niños de todo el mundo que visitaron al Papa, en el Aula Pablo VI del Vaticano, el pasado lunes 6 de noviembre.

Con una veintena de pequeños haciendo travesuras bajo la columnata de Bernini, la hermana Rosalía cuenta que han recorrido medio país a horas intempestivas porque «el Papa ha invitado a todos los niños del mundo y nosotros hemos querido responder». Cree que la visita a Francisco puede dar un empujón a los niños que custodia en la Casa Comunidad Pino Puglisi (un célebre sacerdote antimafia), Casa di Agata (una santa de gran devoción en Catania) e Il Vasaio. Son menores italianos, ucranianos y de diferentes países de África. «Todos tienen problemas ligados a la familia de origen, son huérfanos o nos vienen confiados por el tribunal de menores», tres situaciones lamentablemente comunes en Sicilia, una región azotada por el crimen organizado.

Durante algo más de una hora, Francisco charló espontáneamente con chavales como ellos y de otros 83 países sobre los temas que ellos quisieron. Su curiosidad les hizo preguntar sobre la guerra y a la salida del evento demostraron estar todos informados sobre los sucesos en Ucrania y Tierra Santa. Una niña palestina preguntó al Papa cuándo llegaría el fin de la violencia en su hogar. Emocionado, Francisco le dijo que «tu tierra sufre mucho» y pidió un aplauso de todos los participantes para «la gente de Palestina».

Algunos de los profesores de Religión que acompañaban a sus estudiantes les habían enseñado la reciente exhortación apostólica Laudate deum, que completa a la encíclica Laudato si y que promete influir en la cumbre sobre el clima COP28 en Dubái, a la que acudirá Francisco el 1 de diciembre. Y preguntado por la cuestión medioambiental, el Pontífice respondió a los niños que «si las personas no protegemos la creación ni la naturaleza, esta se rebela».

A beberse un vaso de agua

Por muy interesantes que fueran las preguntas geopolíticas y medioambientales, todos los grupos en San Pedro subrayan a la salida un momento estelar. Greta, de 10 años y del instituto calabrés Alessandro Amarelli, recuerda que «un niño ha preguntado al Papa qué sueña por las noches». A lo que él respondió, para carcajada de todos: «No sé lo que sueño porque solo duermo». Sí confesó que procura trabajar por un mundo más justo: «Escucho a la gente, arreglo cosas, pienso en cómo avanzar e intento que las cosas vayan mejorando».

Comedia aparte, dio consejos a los chavales para controlar su genio y ser un vector de paz donde vayan, algo que les va a hacer mucha falta mientras se adentran en la adolescencia. «Antes de hablar enfadado, conviene beberse un vaso de agua», les dijo. Otra pequeña receta que todos los grupitos repartidos por la plaza subrayan y se llevan en la mochila.

Ivana Giannini, profesora de Religión en el instituto Perri Pitagora, recalca el bien que este encuentro con el Papa puede hacer a sus estudiantes «en una edad crítica». «Ya no son niños, son preadolescentes que formarán la sociedad del mañana y necesitamos adultos mejores», concluye.

La niña Indi, a Roma

Indi Gregory, una bebé inglesa de 8 meses con una patología mitocondrial considerada incurable, es desde el 6 de noviembre ciudadana italiana. Con este nuevo pasaporte evitará ser desconectada de la máquina que la mantiene con vida en el hospital Queen Medical Centre de Nottingham. También será trasladada al hospital pediátrico Bambino Gesù, donde se le ofrecerá un tratamiento paliativo en vez de eugenésico. Aunque el traslado a Roma correrá a cargo de sus padres, los gastos en el hospital pediátrico del Papa serán costeados por el Estado italiano.