El Papa anima a los matrimonios: «El perdón sana toda herida» - Alfa y Omega

El Papa anima a los matrimonios: «El perdón sana toda herida»

Francisco publica una carta con motivo del Año de la Familia Amoris Laetitia

Yago González
Foto: Reuters / Valentyn Ogirenko.

Con ocasión del Año de la Familia Amoris Laetitia, que arrancó el pasado 19 de marzo coincidiendo con el quinto aniversario de la exhortación apostólica y se prolongará hasta el 26 de junio de 2022, el Papa Francisco ha publicado este domingo, Día de la Sagrada Familia, una carta de aliento a los matrimonios, «especialmente a los más vulnerables».

En el contexto de la pandemia de COVID-19 que aún golpea el mundo, el Pontífice señala que todas las personas «hemos vivido más que nunca la incertidumbre, la soledad, la pérdida de seres queridos y nos hemos visto impulsados a salir de nuestras seguridades, de nuestros espacios de “control”, de nuestras propias maneras de hacer las cosas, de nuestras apetencias, para atender no solo al bien de la propia familia, sino además al de la sociedad, que también depende de nuestros comportamientos personales».

Francisco ha recordado que «las distintas situaciones de la vida –el paso de los días, la llegada de los hijos, el trabajo, las enfermedades– son circunstancias en las que el compromiso que adquirieron el uno con el otro hace que cada uno tenga que abandonar las propias inercias, certidumbres, zonas de confort y salir hacia la tierra que Dios les promete: ser dos en Cristo, dos en uno». En ese momento el matrimonio pasa a ser «una única vida, un “nosotros” en la comunión del amor con Jesús, vivo y presente en cada momento de su existencia. Dios los acompaña, los ama incondicionalmente. ¡No están solos!».

El Papa ha subrayado la importancia del ejemplo de los padres de cara a sus hijos, que buscan en ellos «el testimonio de un amor fuerte y confiable» y «están sedientos de amor, de reconocimiento, de estima y de confianza». Además, es consciente de que «educar a los hijos no es nada fácil» y sugiere que «los pequeños gestos son más elocuentes que las palabras».

«Como padre y madre es importante relacionarse con sus hijos a partir de una autoridad ganada día tras día. Ellos necesitan una seguridad que los ayude a experimentar la confianza en ustedes, en la belleza de sus vidas, en la certeza de no estar nunca solos, pase lo que pase», señala la carta.

El Santo Padre ha insistido también en la misión de los matrimonios en la comunidad parroquial y diocesana, «buscando la complementariedad de los carismas y vocaciones como expresión de la comunión eclesial», y centrándose especialmente en la pastoral familiar: «Las familias tienen el desafío de tender puentes entre las generaciones para la transmisión de los valores que conforman la humanidad. Se necesita una nueva creatividad para expresar en los desafíos actuales los valores que nos constituyen como pueblo en nuestras sociedades y en la Iglesia, pueblo de Dios».

Como la barca agitada en el mar

Francisco ha admitido que «la vocación al matrimonio es una llamada a conducir un barco incierto –pero seguro por la realidad del sacramento– en un mar a veces agitado». Al igual que en el pasaje evangélico, el Papa recomienda poner una confianza total en Jesucristo: «Él se preocupa por ustedes, permanece con ustedes en todo momento en el vaivén de la barca agitada por el mar. (…) Es importante que juntos mantengan la mirada fija en Jesús. Solo así encontrarán la paz, superarán los conflictos y encontrarán soluciones a muchos de sus problemas. No porque estos vayan a desaparecer, sino porque podrán verlos desde otra perspectiva».

También ha recordado las dificultades y oportunidades que se han presentado con la pandemia. La primera, pasar más tiempo juntos en casa, lo cual «ha sido una oportunidad única para cultivar el diálogo en familia», aunque «esto requiere un especial ejercicio de paciencia, no es fácil estar juntos toda la jornada cuando en la misma casa se tiene que trabajar, estudiar, recrearse y descansar». «Que el cansancio no les gane, que la fuerza del amor los anime para mirar más al otro –al cónyuge, a los hijos– que a la propia fatiga», ha animado. De este modo, «estar juntos no será una penitencia sino un refugio en medio de las tormentas» y el hogar será «un lugar de acogida y de comprensión».

«No se avergüencen de arrodillarse juntos ante Jesús en la Eucaristía para encontrar momentos de paz y una mirada mutua hecha de ternura y bondad. O de tomar la mano del otro, cuando esté un poco enojado, para arrancarle una sonrisa cómplice. Hacer quizás una breve oración, recitada en voz alta juntos, antes de dormirse por la noche, con Jesús presente entre ustedes», propone Francisco.

No obstante, el Papa también se acuerda de las parejas rotas: «Para algunos matrimonios la convivencia a la que se han visto forzados durante la cuarentena ha sido especialmente difícil. Los problemas que ya existían se agravaron, generando conflictos que muchas veces se han vuelto casi insoportables. Muchos han vivido incluso la ruptura de un matrimonio que venía sobrellevando una crisis que no se supo o no se pudo superar. A estas personas también quiero expresarles mi cercanía y mi afecto». Francisco las anima a «buscar ayuda para que los conflictos puedan superarse de alguna manera y no causen aún más dolor entre ustedes y a sus hijos», así como a encontrar en Jesucristo «un refugio, una luz para el camino, y en la comunidad eclesial una casa paterna donde hay lugar para cada uno con su vida a cuestas».

«Recuerden que el perdón sana toda herida. Perdonarse mutuamente es el resultado de una decisión interior que madura en la oración, en la relación con Dios, como don que brota de la gracia con la que Cristo llena a la pareja cuando lo dejan actuar, cuando se dirigen a Él. Cristo “habita” en su matrimonio y espera que le abran sus corazones para sostenerlos con el poder de su amor, como a los discípulos en la barca. Nuestro amor humano es débil, necesita de la fuerza del amor fiel de Jesús. Con Él pueden de veras construir la “casa sobre roca”», asegura Francisco.