El Papa a la Curia: «Esta crisis es un tiempo de gracia» - Alfa y Omega

El Papa a la Curia: «Esta crisis es un tiempo de gracia»

Francisco ha destacado en su tradicional discurso navideño a la Curia que la crisis actual «es una oportunidad para convertirnos y recuperar la autenticidad», así como una ocasión para «soñar juntos» y recrear «la unidad» que reflejan los evangelios de la infancia de Jesús

Juan Luis Vázquez Díaz-Mayordomo
El Papa Francisco en su discurso a la Curia
El Papa Francisco en su discurso a la Curia. Foto: Vatican Media.

«La Navidad nos recuerda que los hombres hemos de morir pero no hemos nacido para morir, sino para comenzar siempre de nuevo», ha afirmado el Papa Francisco este lunes en su tradicional discurso anual a la Curia romana.

El Pontífice señaló que la de este año «es la Navidad de la pandemia, de la crisis socioeconómica e incluso eclesial. La crisis ha dejado de ser un discurso intelectual para ser una realidad compartida por todos».

Pero este «flagelo», además de constituir «una prueba importante», es también «una gran oportunidad para convertirnos y recuperar la autenticidad», afirmó el Papa recordando su oración ante la plaza de San Pedro vacía el pasado 27 de marzo. «Allí quise rezar por todos y con todos, y decir en voz alta el significado de la tempestad que nos ha golpeado», pues la tormenta «desenmascara nuestra vulnerabilidad y sacude nuestras falsas seguridades», ya que «dejamos dormido y abandonado lo que sostiene nuestra fuerza y a nuestra comunidad».

Para Francisco, «se cayó el maquillaje de nuestros disfraces, de nuestros egos, de querer aparentar», y quedó al descubierto «nuestra pertenencia común, de la que no podemos evadirnos, pues somos hermanos».

La crisis es un fenómeno «que afecta todo y a todos», una etapa «obligatoria» en la historia «personal y social», un acontecimiento que causa «desequilibrio e incertidumbre». Por la crisis han pasado Abrahán, Moisés, Elías, Juan el Bautista, san Pablo o el mismo Jesús, que la experimentó en el desierto, en Getsemaní y en la Cruz, pero que la vivió «entregando su espíritu en abandono total en las manos del Padre».

Por eso, la crisis es también «un tiempo de gracia», en el que poder «descubrir la voluntad de Dios para nosotros», por lo que «es fundamental no interrumpir el diálogo con Dios, no cansarnos de rezar siempre», ya que «no hay otra solución a nuestros problemas que rezar más y actuar con mayor confianza».

No ceder al conflicto

El Papa se refirió también a la crisis eclesial advirtiendo de la necesidad de «ponernos en guardia ante la tentación de juzgar precipitadamente a la Iglesia por los escándalos de ayer y de hoy». «Nuestros análisis eclesiales parecen historias sin esperanza –continuó–, pero a eso no se le puede llamar realismo». Para Francisco, la esperanza «da a nuestros análisis sobre la Iglesia lo que nuestra mirada miope no puede dar. La realidad no es tal como la percibimos. No es verdad que no estamos solos».

En este sentido, recordó que «Dios sigue haciendo germinar las semillas de su reino entre nosotros», y puso como ejemplo el trabajo «discreto, silencioso, profesional y honesto» de muchos empleados de la Curia romana. La situación real de la Iglesia «es independiente de los titulares de los periódicos», lo que «nos da una confianza íntima en que las cosas van a cambiar, como una gracia escondida en la oscuridad».

Abundando en este tema, el Pontífice señaló que «no se puede confundir crisis con conflicto», pues este último «crea rivalidad y antagonismo, amigos y enemigos, perdedores y ganadores. Busca culpables y quiere estigmatizar, y se pierde el sentido de la unidad profunda de la Iglesia».

Por este motivo, «la Providencia quiso que este año escribiera Fratelli tutti, con el deseo de una hermandad mundial entre todos que haga de nuestra vida una hermosa aventura». Para el Papa, «es importante soñar juntos y construir nuestros sueños juntos, cada uno con su fe, con sus convicciones y con su propia voz».

Así sucedió en el pesebre de Belén hace 2.000 años, «una gran lección que nos llega de los evangelios de la infancia», en donde se vivió «una nueva unidad entre todos los protagonistas: María y José, los Magos, los pastores y todos aquellos que ofrecieron su amistad y su fraternidad para que el Verbo hecho carne fuera acogido en la historia».