El obispo de Tenerife ante el desplome de la iglesia de Todoque: «Es triste y doloroso»
El prelado se ha solidarizado con todos los vecinos que están viendo perder sus casas y fincas: «Dios quiera que esto termine lo más pronto posible»
Apenas unas horas después de que la lava sepultara el templo parroquial de San Pío X en el barrio de Todoque (La Palma), el obispo de Tenerife, Bernardo Álvarez Afonso, ha manifestado su cercanía a todos los que están padeciendo las consecuencias del volcán de Cumbre Vieja. «Es triste y doloroso», ha afirmado en una declaración que ha hecho llegar a Alfa y Omega.
«Muchas viviendas, entre ellas edificios tan significativos como la iglesia parroquial, el centro vecinal o el centro de salud, han sido arrasadas por la lava», ha expresado. Construcciones, ha añadido, que «son referentes para todo el barrio».
Por este motivo, ha insistido en mostrar su cercanía con las personas que están viendo perder sus casas y fincas: «Dios quiera que esto termine lo más pronto posible. La naturaleza tiene su ritmo, tenemos que padecer y sufrir sus consecuencias».
El prelado, que es natural de La Palma y fue párroco en San Pío X entre 1980 y 1984, hubiese preferido que «solo se hubiese demolido la iglesia» y «todo lo demás quedara en pide». «La Iglesia se reconstruye. De hecho, fueron los propios vecinos los que la levantaron. La tenían como su casa común, como su referencia. Fueron bautizados, contrajeron matrimonio, fueron llevados sus difuntos. La gente le tenía un gran cariño como casa común», ha subrayado.
Con todo, lo más triste, según ha explicado, es que «el barrio está desapareciendo» y que «va a ser difícil que, con toda esa lava, las personas puedan volver». «Dios quiera que lo puedan hacer. A ver qué van a hacer con esa zona las autoridades y las instituciones, pero es triste y doloroso», ha concluido.
Una semana de angustia
La iglesia de Todoque ha vivido desde la erupción del volcán, hace ya más de una semana, bajo la amenaza de la lava. El discurrir de la colada provocó que, por iniciativa del párroco, Alberto Hernández, se accediera al templo con urgencia para rescatar el Santísimo, algunas reliquias y las piezas artísticas más valiosas.
Luego, con el paso de los días, creció la esperanza de que no se viese afectada —el rey Felipe VI así lo confesó tras su visita a la zona—, aunque finalmente se cumplieron los peores presagios.