El director norteamericano Reinaldo Marcus Green afronta un biopic centrado en Richard Williams, un afroamericano de Luisiana que decide educar desde pequeñas a dos de sus hijas para que triunfen de mayores en el mundo del tenis. Y lo consiguió. Se trata de Venus y Serena Williams, dos de las mejores tenistas de la historia. El espléndido guion es del debutante Zach Baylin.
La película se centra en la infancia y adolescencia de las dos hermanas. Su padre (Will Smith) está interesado en el tenis, deporte que no pudo disfrutar de pequeño porque, como dice él, en aquel entonces estaba demasiado ocupado en escapar del Ku Klux Klan. Piensa que sus hijas pueden disfrutar de ese deporte, a pesar de que se trata de una actividad desarrollada fundamentalmente por blancos y ricos. Pero ellos son negros y pobres. Así que diseña un plan formativo de tenis, plasmado en un montón de folios, que va a aplicar desde el momento del nacimiento de sus pequeñas hasta que lleguen a la mayoría de edad y tomen sus propias decisiones. Richard no quiere que sus hijas Venus (Saniyya Sidney) y Serena (Demi Singleton) sigan el camino habitual, compitiendo en los torneos infantiles y entrando en una dinámica de presión y competitividad que él considera impropia para niñas. Las niñas deben ser niñas, jugar, divertirse, hacer sus tareas escolares y disfrutar la familia. Pero seguir ese método alternativo le va a llevar a enfrentarse con la opinión de agentes, entrenadores y patrocinadores. Sin embargo, Richard lo tiene muy claro y no va a ceder.
Ciertamente resulta abrumador el férreo control pedagógico de Richard sobre sus hijas. De hecho, su mujer, Oracene (Aunjanue Ellis ), no siempre apoya sus decisiones, y para la familia es difícil en algunos momentos. Pero se trata de una familia, que además de numerosa, está unida y es entrañable, y saben superar las dificultades. Pero todo pasa factura y el periodo que abarca el filme no incluye el divorcio de Richard, que finalmente se casó tres veces. También es cierto que este a veces sabe escuchar y cambiar sus decisiones.
Venus y Serena hacen un trabajo extraordinario, no solo porque encarnan con mucha verosimilitud a las tenistas en lo físico y lo psicológico, sino porque nos ofrecen momentos del mejor tenis. Es especialmente emocionante el duelo entre Venus –mucho más protagonista en la cinta que su hermana– y nuestra Arantxa Sánchez Vicario (Marcela Zacarías) en el torneo de Oakland de 1994. Venus tenía 14 años y arrasó en el primer set a una Arantxa que no daba crédito a sus ojos. Por cierto que en esa escena no sale muy bien parada la tenista española, a la sazón número dos del mundo.
La película, apta para ver en familia, exalta los valores de la familia y del deporte, ofrece momentos divertidos y también otros dramáticos, contiene emoción y sentimientos, y se ve muy bien a pesar de su larga duración.
Y es imprescindible para los amantes del tenis.
Reinaldo Marcus Green
Estados Unidos
2021
Drama
+12 años