El limosnero apostólico abrirá en Leópolis una casa de acogida para viudas de la guerra
Konrad Krajewski anunció también el envío de 300.000 raciones de caldo en polvo para las poblaciones ucranianas más golpeadas por la invasión rusa
«En los próximos días abriremos una gran casa en Leópolis para viudas de la guerra y madres con hijos», reveló el pasado miércoles Konrad Krajewski, limosnero apostólico y prefecto del Dicasterio para el Servicio de la Caridad. «Será construida con la ayuda de varios entes, pero el rol principal lo ha desempeñado el Santo Padre», añadió el cardenal en un comunicado. De origen polaco, Krajewski está muy involucrado con la ayuda humanitaria a Ucrania. Ha enviado varias ambulancias a lo largo de este año y medio de guerra y visitó varias veces el país, al igual que el cardenal Michael Czerny en nombre del Papa.
Aparte de la casa de acogida, el purpurado también anunció un nuevo envío de material humanitario y bienes de primera necesidad para las víctimas de la invasión rusa de Ucrania. Las donaciones proceden de una gran empresa alimenticia de Corea del Sur y llegarán a Ucrania a bordo de dos camiones. Cargarán 300.000 raciones de caldo en polvo destinadas a los asentamientos más golpeados por la guerra. Lo único que necesitan para ser preparadas es un poco de agua. Desde el Dicasterio para el Servicio de la Caridad insisten en que esa variedad específica de caldo es «una comida muy nutritiva».
Un equipo de 30 personas sin hogar, beneficiarias de otras iniciativas de la Limosnería Apostólica, han sido los encargados de cargar los tráileres. «No han dudado en ofrecerse como voluntarios», recalca el Dicasterio para el Servicio de la Caridad. Durante los últimos días de agosto se reunieron en torno a la romana basílica de Santa Sofía, la iglesia de referencia para los grecocatólicos ucranianos en Italia, para ultimar los detalles de la expedición.
Con estos dos últimos, ya serán 106 los tráileres con ayuda humanitaria enviados a Ucrania, una gran parte de ellos con el apoyo de la Limosnería Apostólica y otros tantos gracias a la organización de la comunidad ucraniana en Roma, que intensificó su presencia en el país a partir de la anexión rusa de Crimea en 2014.