El inseparable cuidado de la casa común y las personas - Alfa y Omega

El inseparable cuidado de la casa común y las personas

No tiene sentido obsesionarse con la protección de un animal o el cambio climático mientras se defienden el aborto o la eutanasia

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El pasado domingo, 22 de mayo, durante el rezo del Regina Coeli, el Papa dio el pistoletazo de salida a la Semana Laudato Si, impulsada por el Dicasterio para el Servicio del Desarrollo Humano Integral y organizada por el Movimiento Laudato Si y diversas organizaciones católicas de todos los continentes. En el séptimo aniversario de la encíclica, Francisco recordó de nuevo que «urge a actuar juntos para cuidar nuestra casa común».

Ya el día anterior, en un encuentro con los participantes de una conferencia sobre la protección de la biodiversidad, el Pontífice volvió a incidir en que, dado que Dios puso su creación «a disposición del hombre», este solo será capaz de encontrar su realización «en la superación del egoísmo y en el disfrute de una belleza compartida». También advirtió de que el vínculo que existe entre el Creador, el ser humano y otras criaturas «es una alianza que no se puede romper sin un daño irreparable».

De esta forma, el Papa reiteró que Laudato si no es solo una encíclica verde, sino que es una encíclica social, y que el cuidado de la casa común exige también cuidar a las personas, especialmente a las más vulnerables. Así se entiende que, el mismo domingo, denunciara «el cambio de mentalidad» de los últimos años que ha llevado a muchos a pensar que «la vida es un bien a nuestra total disposición», que «podemos elegir manipular, hacer nacer o morir», como «resultado exclusivo de una elección individual».

No tiene sentido obsesionarse con la protección de una especie animal o la lucha contra el cambio climático mientras se defiende el aborto o se apuesta por la eutanasia. Tampoco tiene sentido criticar las amenazas a la objeción de conciencia al tiempo que se mira para otro lado con los migrantes o la contaminación. La vida, toda vida, es un regalo de Dios, igual que lo es la casa común. Cuidemos el mundo que nos rodea. Cuidémonos.