El infante que en realidad era un bebé - Alfa y Omega

El infante que en realidad era un bebé

Segovia acaba de conocer más datos sobre la identidad de uno de sus hijos más queridos, el infante don Pedro

Juan Luis Vázquez Díaz-Mayordomo
La tapa del sepulcro en la actual catedral segoviana dio pie a la confusión sobre la edad del infante durante siglos
La tapa del sepulcro en la actual catedral segoviana dio pie a la confusión sobre la edad del infante durante siglos. Foto: Catedral de Segovia.

¿De qué le sirve a un padre ganar el reino de Castilla, si al volver a casa le dan la noticia de que su hijo más querido acaba de morir? Eso fue lo que debió de pensar Enrique de Trastámara tras derrocar a su hermano de sangre, Pedro I de Castilla, y ser nombrado rey en Calahorra el 16 de marzo de 1366.

Enrique había pasado casi toda su vida enredado en guerras de sucesión con sus hermanos por el trono de su padre, Alfonso I. En sus campañas militares, se aseguraba la protección de su familia reuniéndolos en el alcázar de Segovia. Fue allí, donde unos meses después de ser coronado rey, el 22 de julio de 1366, su hijo Pedro cayó al vacío desde una de las ventanas de la fortaleza.

El niño no era el único de los hijos de Enrique II de Castilla, y tampoco era hijo legítimo, pues se desconoce la identidad de su madre, pero el monarca debía de tener por él un afecto especial. El rey «expidió un privilegio póstumo para que se honrara a su hijo en la catedral de Segovia, con un sepulcro dentro del templo y además en el coro, un lugar bastante destacado, con guardia perenne ante su sepulcro y velas ardiendo continuamente», explica Adolfo Rubio, responsable de comunicación de la catedral.

Hasta ahora se pensaba que el infante don Pedro Enríquez de Castilla tenía cerca de 10 años cuando murió, pero una reciente investigación ha dado a conocer que se trataba de un niño de entre 6 meses y 1 año y medio de edad. La confusión que ha rodeado durante siglos la edad de infante don Pedro «puede deberse a que la tapa del sepulcro actual donde descansan sus restos, en la catedral de Segovia, muestra una figura de un niño de la época», afirma Rubio.

Rubio explica que la antigua catedral quedó bastante dañada durante la guerra de los comuneros, y por eso el rey Carlos I decidió erigir una nueva catedral alejada del alcázar. «Con las obras ya bastante avanzadas se decidió el traslado de restos de personajes ilustres, entre ellos los del infante don Pedro. El 25 de agosto de 1558 fueron trasladados acompañados de un cortejo, y sepultados en un sepulcro realizado para la ocasión», con la figura de un niño de unos 10 años de edad.

Desde entonces, los segovianos siempre han creído que uno de sus personajes más queridos era un niño ya crecido, una confusión que se ha resuelto gracias a unos trabajos de restauración que se iniciaron el año pasado. «Hubo que renovar la sala y para hacerlo fue necesario abrir la tapa del sepulcro», afirma Adolfo Rubio.

Al asomarse a su interior después de casi cinco siglos, se pudo descubrir un cofre de color rojo, con tres sayas y largo un fragmento de tela en donde se guardaban varios huesos del infante.

Después de la investigación genética y antropológica que se les han realizado en Granada, los huesos fueron llevados de vuelta a Segovia para su inhumación el 20 de diciembre del 2019 en el mismo sepulcro donde se hallaron, dentro del cofre rojo, donde aguardan la resurrección de los muertos.

Unos huesos débiles

El 2 de octubre se dieron a conocer en la catedral de Segovia los resultados del estudio antropológico de los restos del Infante don Pedro. Además de fijarse su muerte entre los seis meses y el año y medio de edad, la investigación muestra indicios de raquitismo, una deformidad ósea provocada por la carencia de vitamina D, lo que produce niveles bajos de calcio y fósforo en la sangre.