El girasol de Dios - Alfa y Omega

El girasol de Dios

Este domingo, la catedral de Córdoba acogerá la beatificación del padre Cristóbal de Santa Catalina, un sacerdote extremeño que, en el siglo XVII, entregó su vida a los más pobres en tierras cordobesas. La Congregación Franciscana Hospitalaria de Jesús Nazareno, fundada por él, actualmente sirve a los más necesitados en cinco países. Es la primera vez que se celebra en Córdoba una beatificación, y será presidida por el cardenal Angelo Amato, Prefecto de la Congregación de las Causas de los Santos. Al nuevo Beato se le llamaba popularmente el girasol de Dios, porque su vida giraba en torno a Él

Juan Ignacio Merino
Detalle del cartel de la beatificación del padre Cristóbal de Santa Catalina
Detalle del cartel de la beatificación del padre Cristóbal de Santa Catalina.

Cristóbal López de Valladolid y Orea nace en Mérida en 1638. Desde su juventud, comienza a despertarse su amor por los más necesitados. A los 25 años, es ordenado sacerdote y realiza varias tareas caritativas, hasta que, tras una grave enfermedad, y consciente de ser pecador, se retira al desierto de Bañuelo, en la sierra cordobesa, donde comienza una vida eremítica, toma el hábito franciscano y funda, en el desierto, una Congregación de ermitaños. Años más tarde, lleva a cumplimiento su vocación por los más necesitados y funda, en Córdoba, la Congregación de Hermanos y Hermanas Hospitalarios Franciscanos de Jesús Nazareno. Así, en 1673, se funda el hospital de Jesús Nazareno, en Córdoba.

Las hermanas se dedican directamente al servicio, y los Hermanos piden limosna para su sostenimiento. La actividad del hospital aumenta, acogiendo a mujeres enfermas, ancianas e impedidas, huérfanos, prostitutas, desahuciados, a monjas y clérigos que pasan hambre. Todos son acogidos por este girasol de Dios, como llamaban a este nuevo Beato, ya que su vida giraba en torno a Dios. Cristóbal muere, con 52 años, en Córdoba, en 1690, contagiado de cólera y con fama de santidad; tanta que, ya en 1692, se abre su Causa de beatificación, que finalmente, tras casi cuatro siglos, se ha llevado a término.

Un bebé salvado por intercesión del Beato

Para la diócesis de Córdoba, este acontecimiento es un hito histórico, ya que es la primera vez que se celebra allí una beatificación. No sólo es importante porque realizara su tarea evangelizadora y caritativa y muriera en tierras cordobesas, sino porque su espíritu de ayuda a los más necesitados y su intercesión han sido efectivos desde el siglo XVII hasta hoy. El caso más palpable es el del matrimonio cordobés Manuel Torrero y Alicia Sánchez, quienes han sido testigos del milagro que ha determinado la proclamación del padre Cristóbal como Beato. En el año 2002, Alicia Sánchez estaba embarazada, pero la bolsa del líquido amniótico se había rasgado y era inevitable la pérdida del bebé. Las Hermanas Hospitalarias de Córdoba, muy cercanas a este matrimonio, le regalaron una reliquia del padre Cristóbal y le aseguraron sus oraciones para que intercediera. Semanas más tarde, los médicos encontraron la bolsa del líquido amniótico como nueva, sin encontrar explicación alguna.

Durante los meses pasados, la diócesis de Córdoba y la congregación del padre Cristóbal han preparado con ilusión la beatificación. Durante el mes de marzo, organizaron un ciclo de conferencias sobre el nuevo Beato, han publicado un libro, y Goya Producciones ha producido una película sobre el padre Cristóbal. El momento culminante será la beatificación, este próximo domingo, a las 11 horas, en la catedral de Córdoba. La celebración será presidida por el cardenal Angelo Amato, prefecto de la Congregación de las Causas de los Santos, y será concelebrada por el obispo diocesano, otros obispos españoles y el obispo de Guatemala, monseñor Bernabé Sagastume. La imagen de Jesús Nazareno junto al arcón con los restos del nuevo Beato mostrarán el carisma de este sacerdote siempre unido a Cristo.

La rama masculina de la congregación se extinguió en el siglo XIX, pero más de 130 religiosas hospitalarias siguen hoy las huellas de su fundador, repartidas en cinco países: España, República Dominicana, Perú, Guatemala y Haití, atendiendo colegios, residencias de ancianos, casas de acogida, guarderías… y acudiendo en misiones donde se las necesita. La hermana María del Carmen Pérez, secretaria general de las Hermanas en Córdoba, asegura que la beatificación es «un momento excepcional, de entusiasmarse y comprometerse más con los necesitados y de dar a conocer esta figura cercana e interesante también para el mundo de hoy».

La caridad, desde Cristo

El padre Cristóbal de Santa Catalina vivió en el siglo XVII, pero en verdad es un santo de nuestro tiempo. Nacido en Mérida y ordenado sacerdote en su ciudad natal, a los 30 años se retira al desierto, en la sierra de Córdoba, donde hay tradición de ermitaños, para una vida de penitencia y oración abundante. Repleto su corazón del amor divino, baja a la ciudad y se desborda en caridad con los pobres y necesitados de Córdoba, al calor de Jesús Nazareno, hasta su muerte en 1690.

Es todo un personaje, que la Iglesia nos propone como ejemplo e intercesor, y más en estos tiempos en que tantas carencias materiales necesitan acercarnos el corazón misericordioso de Dios. En este horizonte, el Beato Cristóbal brilla por su caridad hasta el agotamiento. Pero esa caridad no brota por impulso de una emoción o reclamada simplemente por la necesidad ajena. Esa caridad brota del corazón de Cristo contemplado, asimilado, vivido, con quien el padre Cristóbal se ha identificado, y por eso ha salido al encuentro del hermano necesitado. Sobre todo de mujeres maltratadas y niñas abandonadas, para las que funda la familia religiosa nazarena.

+ Demetrio Fernández González
obispo de Córdoba