El día que el Papa celebró Misa en Santa Rita de Madrid - Alfa y Omega

El día que el Papa celebró Misa en Santa Rita de Madrid

El entonces prior general de los agustinos, Robert Prevost, presidió la clausura del Jubileo Agustiniano

Fray Alfonso Dávila

Crónica de una Eucaristía memorable presidida por el entonces prior general agustino, hoy León XIV

El 30 de noviembre de 2006 no parecía, en apariencia, una jornada especialmente extraordinaria. Sin embargo, quienes asistieron aquel día a la misa en la parroquia Santa Rita, en el corazón de Madrid, vivieron un momento que con el tiempo adquiriría un significado singular: el entonces prior general de los Agustinos, Robert Prevost, presidía la clausura del Jubileo Agustiniano. Dieciocho años después, aquel fraile estadounidense y peruano, hoy es el Papa León XIV, sucesor de Pedro.

La coincidencia no es menor: lo que entonces fue un acto de clausura, hoy se recuerda como el gesto de un pastor que ya mostraba la hondura evangélica que lo caracteriza. Prevost, con tono sereno y voz firme, pronunció una homilía de fuerte contenido espiritual y social, centrada en el Evangelio de Mateo, capítulo 25: «Tuve hambre y me disteis de comer». Palabras que, según san Agustín —recordado insistentemente en la homilía—, resumen el corazón del cristianismo: el amor efectivo al prójimo como expresión del amor a Dios.

Aquel día no solo se clausuraban tres años de celebraciones agustinianas —el 1650 aniversario del nacimiento de san Agustín (2004), el VII centenario de san Nicolás de Tolentino (2005) y los 750 años de la Gran Unión de la Orden (2006)—, sino que se renovaba el deseo de vivir el carisma agustiniano con autenticidad: comunidad, interioridad y servicio a los pobres.

La parroquia Santa Rita, atendida por los Agustinos Recoletos, fue ese día lugar de comunión y profecía. Religiosos, religiosas, laicos y miembros de toda la familia agustiniana celebraban no solo el cierre de un ciclo jubilar, sino también la vigencia del mensaje de san Agustín en tiempos marcados por nuevas formas de pobreza y búsqueda de sentido.

«El testimonio de una auténtica pobreza evangélica es primordial frente al desafío de la secularización», dijo entonces Prevost. Con claridad, subrayó la necesidad de superar el egoísmo, el materialismo y la insolidaridad que amenazan la evangelización en el mundo actual.

Aquellas palabras resuenan hoy con renovada actualidad a la luz del mensaje pronunciado por León XIV desde el balcón central de San Pedro tras su elección como Papa: «La pace sia con tutti voi». Su voz, cálida y cercana, recordó que la paz de Cristo es «una paz desarmada y desarmante», y que todos estamos llamados a construir puentes a través del diálogo, la caridad y la verdad del Evangelio. Agradecido y humilde, se presentó como «un figlio di Sant’Agostino», retomando con naturalidad aquella misma espiritualidad que, años atrás, encarnaba en una parroquia madrileña.

Dieciocho años después, ese mensaje resuena con más fuerza si cabe, y el protagonista de aquella homilía ha sido llamado a confirmar a sus hermanos en la fe como León XIV. Hoy, el recuerdo de esa misa en Santa Rita se ilumina con una nueva luz: la del pastor que sigue señalando, con su vida, la centralidad de Cristo, pobre y crucificado.