El delegado de Misiones de Madrid se despide del Papa: «Nos alentó a evangelizar todos los rincones» - Alfa y Omega

El delegado de Misiones de Madrid se despide del Papa: «Nos alentó a evangelizar todos los rincones»

Manuel Cuervo tuvo «el gran regalo» de estar con el Papa Francisco en el año 2018 durante su visita a Perú. El delegado y su esposa se encontraban de misión en Trujillo

Begoña Aragoneses
Manuel Cuervo
Foto cedida por Manuel Cuervo.

Manuel Cuervo, delegado episcopal de Misiones de la archidiócesis de Madrid, tuvo «el gran regalo» de estar con el Papa Francisco en el año 2018 en su visita a Perú. El delegado y su esposa se encontraban de misión en Trujillo y allí pudieron apreciar «la devoción popular y el cariño» que el Papa manifestó en aquella ocasión.

Francisco, en palabras de Cuervo, «nos ha dejado un gran legado y un gran impulso misionero». 13 mensajes escritos con motivo de las Jornada Mundial de las Misiones, catequesis sobre la pasión de la evangelización y la exhortación apostólica Evangelii gaudium forman parte de este legado, junto a «muchas frases que me han quedado grabadas». Entre ellas, «no se dejen robar el sueño de una misión auténtica, de un seguimiento de Jesús que implique la donación total de uno mismo», que le decía a los jóvenes en uno de los mensajes del Domund.

«Todos estamos llamados a entregar la vida por Cristo», señala el delegado, y recordaba el Papa cómo «somos una misión en esta tierra, todos, cada bautizado». «Nos decía que en el inmenso campo de la acción misionera de la Iglesia todo bautizado está llamado a vivir lo mejor posible su compromiso». Recordaba el Papa «la importancia de llevar el Evangelio, siempre con alegría», con «celo» y «pasión».

Asimismo, Francisco «acuñó la palabra “discípulos-misioneros”, que dejan de ser dos palabras para pasar a ser una». Un discípulo, explica Cuervo, es el que camina con Jesús. «Un misionero no puede serlo sin ser amigo de Jesús», sin vida de oración y ofrenda, subraya el delegado. «Y siendo amigo de Jesús, no podemos dejar de evangelizar, de anunciar su Palabra, de ofrecer a los demás ese encuentro que ha sido para nosotros Cristo en nuestra vida».

Jutno a todo esto, «nos ha hecho retomar que la Iglesia no puede estar encerrada, que es una Iglesia abierta, una Iglesia en salida a las periferias». Pero «no solo a las periferias geográficas, sino también a las existenciales; todas las personas necesitadas del Señor, del amor de Dios». En esas periferias también «tiene que haber un cristiano donde ofrezca ese amor» de Cristo. «Los misioneros han recibido y han podido palpar ese empuje misionero del Papa Francisco, que siempre les ha alentado a seguir evangelizando todos los rincones de la tierra», concluye.