El Congreso de Vocaciones tendrá oratorio, adoración al Santísimo y una imagen bendecida por san Juan Pablo II

La Conferencia Episcopal Española está ultimando los detalles del Congreso de Vocaciones. Cuando apenas quedan unas horas para que 3.000 almas llenen el pabellón Madrid Arena, los técnicos se afanan en probar las luces y los micrófonos.

También el sacerdote Alberto Plaza, a muy poquitos pasos de la nave central, se preocupa por que en el oratorio montado específicamente para el evento no falte nada. Allí habrá adoración al Santísimo durante todo el tiempo en que permanezca el pabellón abierto para la celebración del encuentro.

La estancia la preside el sagrario, que todavía está esperando a recibir al Señor. Delante de él, hay un altar, con velas todavía apagadas, sobre el que se colocará la custodia para la adoración al Santísimo. El oratorio lo completan una imagen juvenil del Sagrado Corazón de Jesús, «pintado con todo tipo de materiales, desde grafitis hasta acuarelas o témperas, y en el que destaca la Eucaristía»», explica Plaza, y una imagen de la Virgen esculpida en madera.

La talla mariana tiene una historia sorprendente. Fue bendecida por san Juan Pablo II en 1982. El Pontífice se encontraba en España, concretamente en Valencia. Allí pudo ordenar a 141 sacerdotes, entre los que se encontraba, a la edad de 23 años, un joven Enrique Benavent, hoy arzobispo de la diócesis. También se celebró un encuentro en el Seminario Mayor de Moncada con la presencia de 8.000 sacerdotes y seminaristas llegados de toda España.

Durante aquella celebración, el Papa bendijo rápidamente la imagen de la Virgen porque en ese momento se rompió la presa de Tous y se produjo una pantanada que afectó a la cuenca del Júcar. El suceso causó la muerte de 30 personas y Juan Pablo II quiso acercarse al lugar para estar con las víctimas. Ahora, más de 40 años después, la imagen bendecida por el Papa en un encuentro de alguna forma vocacional se encuentra en el oratorio del Congreso de Vocaciones que la Iglesia española va a celebrar apenas tres meses después de la cruenta DANA.