El congoleño Floribert Bwana será beatificado el domingo por ser asesinado al negarse a aceptar un soborno - Alfa y Omega

El congoleño Floribert Bwana será beatificado el domingo por ser asesinado al negarse a aceptar un soborno

Tenía 26 años cuando le subieron a un coche y desapareció durante dos días. Le encontró muerto un motorista, con evidentes signos de tortura

Redacción
Floribert Bwana Chui
Foto: Comunidad de Sant’Egidio.

Este domingo, 15 de junio, será proclamado beato el congoleño Floribert Bwana Chui, a las 17:30 horas en la basílica de San Pablo Extramuros. Presidida por el prefecto del Dicasterio para las Causas de los Santos, el cardenal Marcello Semeraro, contará con la participación de la Comunidad de Sant’Egidio, la Iglesia congoleña, el obispo de Goma —localidad de nacimiento del futuro beato— y muchos fieles que creen en un futuro de paz y de resurrección para África.

«Recuerdo el testimonio de un joven como ustedes, Floribert: con tan solo 26 años, fue asesinado en Goma por haber obstruido el paso de productos alimenticios en mal estado que habrían dañado la salud de la gente. Podía haberlo ignorado; no lo habrían descubierto e incluso se habría beneficiado. Pero, como cristiano, rezó, pensó en los demás y eligió ser honesto, diciendo no a la suciedad de la corrupción. Eso es mantener no solo las manos limpias, sino el corazón limpio». Así definió el Papa Francisco a Floribert Bwana Chui delante de miles de jóvenes congregados en el estadio de Kinshasa el 2 de febrero de 2023, durante su viaje a la República Democrática del Congo.

Pero, ¿quién era este joven de la Comunidad de Sant’Egidio que fue asesinado en julio de 2007 porque rechazó un intento de soborno?

Nació el 13 de junio de 1981 en Goma, capital de Kivu, en el este de Congo, una región que no ha conocido la paz. Durante sus estudios, conoció la Comunidad de Sant’Egidio —como ellos mismos relatan en su página web— lo que le impulsó a visitar a los pobres, especialmente a los maibobo, nombre con el que se conoce despectivamente a los niños de la calle en la región de los Grandes Lagos. Floribert, a través de la Escuela de la Paz, quería que estudiaran y ayudarlos a convertirse en los congoleños del futuro.

Fue a trabajar a Kinshasa, a la Oficina Congoleña de Control, la agencia estatal que se ocupa de comprobar la calidad de las mercancías que entran al país, pero tras un periodo de formación en una capital llena de oportunidades, decidió volver volver a su Goma natal, donde estaban sus amigos, su prometida y los niños de la calle.

Francesco Tedeschi, sacerdote de la Comunidad de Sant’Egidio, amigo de Floribert y posteriormente postulador de la causa de su beatificación, ha recopilado testimonios sobre él. Uno de ellos es el de Jonathan: «Cuando lo vi por primera vez, me dio miedo. Iba bien vestido, y una persona así normalmente no se acerca a los niños de la calle, no les habla. Pero vino directo hacia mí, como si me estuviera buscando. Pensé que escondía algo, que tenía intención de hacerme daño. Por eso me puse en guardia. Pero empezó a hablar conmigo y me invitó a lo que llamaba la Escuela de la Paz. Yo no me fiaba, no quería ir, se lo dije. Pero me impresionó su insistencia. Fue toda una sorpresa, porque yo no era de su familia, pero él venía a buscarme, me preguntaba cosas, se preocupaba por mí». Cuando Jonathan le pregunta por qué le ayudaba, Floribert contestaba: «Porque para Dios todos son iguales, tienen los mismos derechos. Dios sienta a todos los pueblos a la misma mesa».

El mártir de la corrupción

En Goma, Floribert empezó a trabajar en la aduana de la frontera con Ruanda. Se trataba de un cargo de responsabilidad en una frontera difícil que cruzaban ejércitos de milicianos y oleadas de refugiados, pero también muchas mercancías. Su trabajo consistía en comprobar la calidad de los productos alimentarios y detectar posibles infracciones. Empezó a trabajar en abril de 2007 y rápidamente se encontró con un caso de productos en mal estado. Intentaron sobornarle por todos los medios para que cruzase la mercancía y le ofrecieron 1.000 dólares, luego 2.000 y luego más. Pero él dijo que no. De hecho le confesó a una amiga suya, sor Jeanne-Cécile Nyamungu, médica cirujana del Hospital de Goma: «El dinero desaparecerá pronto. En cambio, ¿qué habría sido de las personas que consumieran aquellos productos? Si acepto ese dinero, ¿vivo en Cristo? ¿Vivo para Cristo? Como cristiano, no puedo permitir que se sacrifique la vida de la gente. Es mejor morir antes que aceptar ese dinero».

El 7 de julio de 2007 Floribert fue obligado a subir a un coche al salir de una tienda. Dos días más tarde, al mediodía, un motociclista lo encontró sin vida. Su cuerpo tenía las señales de los golpes y de la tortura sufrida durante las horas de cautiverio. La autopsia certificó que murió el 8 de julio, el día que se ha convertido en su fiesta en el calendario de la Iglesia.