El cardenal Osoro ordena a doce sacerdotes: «Que nuestra vinculación con el Señor sea permanente» - Alfa y Omega

El cardenal Osoro ordena a doce sacerdotes: «Que nuestra vinculación con el Señor sea permanente»

El purpurado asegura que en este tiempo de pandemia se hace «más evidente» la «necesidad de anunciar el Evangelio de Jesucristo»

Rodrigo Pinedo
Foto: Luis Millán

«Estos doce hermanos nuestros que van a ser ordenados nos remiten a aquel momento en el que el Señor instituye Eucaristía e instituye el ministerio sacerdotal y nos regala ese mandato de construir un mundo de hermanos». Así comenzó el arzobispo de Madrid su homilía en las ordenaciones sacerdotales del pasado sábado, 8 de mayo.

El cardenal Carlos Osoro incidió en que «en este tiempo de pandemia» se hace «más evidente» la «necesidad de anunciar el Evangelio de Nuestro Señor Jesucristo» y, con la mirada puesta en los diáconos que se iban a convertir en sacerdotes poco después, les recordó varias veces que «el Señor os regala su misterio y su ministerio».

En este sentido, rememoró que «cada uno de vosotros estabais en caminos distintos, incluso profesionales»; «sentimos que el Señor nos ama y que nos llama a regalar ese amor», «experimentamos que somos los amigos del Señor, así nos ha llamado», y «nos regala lo que Él mismo es para que sigamos prolongándolo en el mundo». «Sabeos elegidos por el Señor. No lo habéis elegido, os elige Él para que deis el fruto que Él quiere confiaros en vuestra vida. El Señor está grande, está muy grande con vosotros», abundó, antes de señalar que «no habéis hecho unas oposiciones singulares».

Foto: Luis Millán

Al hilo de las palabras del Evangelio de «si guardáis mis mandamientos, permaneceréis en mi amor», el purpurado explicó que Jesús los «sintetiza» en «amar a Dios sobre todas las cosas y al prójimo como a nosotros mismos», y pidió a los ordenandos «que nuestra vinculación con el Señor sea permanente». «No olvidéis que la tarea que el Señor os regala nace de Él, no nace de vuestros triunfos. Nace de Él […] y es con Él con el que tenemos que tener una intimidad especial, sin olvidarlo nunca, porque si no perderemos perspectivas de nuestro ministerio».

Desde ese encuentro, prosiguió el arzobispo, los sacerdotes tienen que intentar hacer «una Iglesia cada vez más católica», «abrazar con todas las fuerzas» a los demás y «hacer descubrir que yo soy hijo de Dios como todos los hombres y, por tanto, soy hermano de todos». «Todo sacerdote, como todo bautizado, donde quiera que os encontréis, tenéis que hacer ver que sois miembros de la única Iglesia, de la única familia que Dios ha querido hacer en esta Tierra –desgranó–. Hoy el Señor os invita a todos vosotros a salir a las periferias, no solo de las pobrezas, sino también las existenciales, para curar a todas las personas que encontréis en el camino, sin prejuicios, sin miedos».

Foto: Luis Millán

«Jesucristo en medio de todos los hombres»

Los doce «elegidos para el ministerio de los presbíteros», que son llamados a «anunciar a Jesucristo y hacer las veces de Jesucristo en medio de todos los hombres» en palabras del cardenal Osoro, se levantaron al concluir la homilía para realizar las promesas sacerdotales:

—Queridos hijos, antes de entrar en el orden de los presbíteros debéis manifestar ante el pueblo vuestra voluntad de recibir este ministerio. ¿Estáis dispuestos a desempeñar siempre el ministerio sacerdotal con el grado de presbíteros, como buenos colaboradores del orden episcopal, apacentando el rebaño del Señor y dejándoos guiar por el Espíritu Santo?

—Sí, estoy dispuesto.

—¿Realizaréis el ministerio de la palabra, preparando la predicación del Evangelio y la exposición de la fe católica con dedicación y sabiduría?

—Sí, lo haré

—¿Estáis dispuestos a presidir con piedad y fielmente la celebración de los misterios de Cristo, especialmente el sacrificio de la Eucaristía y el sacramento de la reconciliación, para alabanza de Dios y santificación del pueblo cristiano, según la tradición de la Iglesia?

—¿Estáis dispuestos a invocar la misericordia divina con nosotros, en favor del pueblo que os sea encomendado, perseverando en el mandato de orar sin desfallecer?

—Sí, estoy dispuesto.

—¿Queréis uniros cada día más a Cristo, sumo Sacerdote, que por nosotros se ofreció al Padre como víctima santa, y con Él consagraros a Dios, para la salvación de los hombres?

—Sí, quiero, con la gracia de Dios.

Foto: Luis Millán

Después, cada uno de los elegidos se ha acercado al cardenal y, de rodillas ante él, ha puesto sus manos juntas entre las suyas:

—¿Prometes respeto y obediencia a mí y a mis sucesores?

—Prometo.

—Dios, que comenzó en ti la obra buena, Él mismo la lleve a término.

Los elegidos se han postrado entonces en el altar mayor y, mientras se cantaban las letanías, todos los presentes han pedido por ellos. «Escúchanos, Señor, Dios nuestro, y derrama sobre estos siervos tu Espíritu Santo y la gracia sacerdotal; concede la abundancia de tus bienes a quienes consagramos en tu presencia. Por Jesucristo Nuestro Señor», pronunció el arzobispo.

Foto: Luis Millán

Acto seguido, David Benito Lázaro, Francis Henry Santana Bowles, Arsenio Fernández de Mesa Sicre, Francisco Giménez Tormo, Francisco Javier López Fernández, José Pablo Oroz Costés, Bernabé Rico Godino, Ignacio Sansón Bejarano y Maxi Troncoso Peña, del Seminario Conciliar; Pablo Javier Lombardero Blanco y Pedro Ignacio Sepúlveda Contreras, del Seminario Redemptoris Mater, y Carlos Eduardo Ortega Yong, de la asociación Stabat Mater, se fueron acercando uno a uno al purpurado para que este les impusiera las manos como signo de la presencia y la acción del Espíritu Santo.

El impresionante silencio orante, en el que otros presbíteros también impusieron las manos a los elegidos como signo de corresponsabilidad, se rompió con la plegaria de ordenación: «Te pedimos, Padre Todopoderoso, que confieras a estos siervos tuyos la dignidad del presbiterado; renueva en sus corazones el espíritu de santidad; reciban de Ti el segundo grado del ministerio sacerdotal y sean, con su conducta, ejemplo de vida».

Foto: Luis Millán

En la celebración, a la que asistieron familiares y amigos de los ordenandos respetando el aforo y las medidas sanitarias por la pandemia, concelebraron los obispos auxiliares monseñor José Cobo, monseñor Juan Antonio Martínez Camino, SJ, monseñor Santos Montoya y monseñor Jesús Vidal, los rectores del Seminario Conciliar y el Redemptoris Mater, vicarios y numerosos sacerdotes.