El cardenal Maradiaga sobre la reforma de la Curia: «El camino no ha terminado» - Alfa y Omega

El cardenal Maradiaga sobre la reforma de la Curia: «El camino no ha terminado»

El purpurado hondureño presenta en Madrid un libro entrevista sobre la constitución apostólica Praedicate Evangelium

Fran Otero
El cardenal Maradiaga y Fernando Prado durante el encuentro con periodistas. Foto: Fandiño.

El cardenal Óscar Andrés Rodríguez Maradiaga, arzobispo de Tegucigalpa (Honduras) y coordinador del Consejo de cardenales, ha estado en el centro de la reforma de la Curia y, por tanto, de la nueva constitución Praedicate Evangelium, que la pone negro sobre blanco tras nueve años de trabajo. Una propuesta que ahora desgrana en un libro entrevista mano a mano con el sacerdote claretiano Fernando Prado. Se trata de Praedicate Evangelium. Una nueva curia para un tiempo nuevo (Publicaciones Claretianas).

«El camino no ha terminado», ha asegurado durante un encuentro con periodistas en el marco de la Semana Nacional de Vida Consagrada, ante cuyo auditorio también ha presentado el texto. También ha señalado que el trabajo del Consejo de cardenales sigue adelante, pues el Papa quiere que le ayude en el Gobierno de la Iglesia. De hecho, en la reunión que comienza la semana próxima abordarán «qué líneas trazar para que la constitución apostólica no quede en papel mojado». «La reforma de la Curia no funciona sin una reforma de las personas. La renovación no viene de las estructuras, sino de las personas», ha añadido.

Praedicate Evangelium. Una nueva curia para un tiempo nuevo
Autor:

Óscar A. Rodríguez Maradiaga, Fernando Prado Ayuso

Editorial:

Publicaciones Claretianas

Año de publicación:

2022

Páginas:

264

Precio:

18 €

En este sentido, el purpurado ha asegurado que todavía hay resistencias a asumir los cambios: «No digo que sea generalizado, pero hay rechazo». Maradiaga ha recordado que hay documentos del Pontífice que todavía no se han leído suficientemente. Fratelli tutti, por ejemplo, ha dicho.

En su opinión, una de las reformas más importantes es la de la sinodalidad, la escucha de los fieles. Ha recordado que «es bueno que la información no venga solo de los canales oficiales, sino también de la base». Y ha puesto el ejemplo del Consejo de cardenales, que lo ha puesto en práctica incluyendo representantes de los cinco continentes.

El papel de los laicos

Uno de los puntos clave de la constitución apostólica tiene que ver con los laicos. «Tienen un papel protagonista. Son el 99 % de la Iglesia y no podían ser ignorados. El hecho de que un laico o una laica pueda presidir un dicasterio es una reforma grande», ha subrayado. En esta línea, ha reivindicado que estar en la Curia «no es gobernar ni mandar, sino servir». «Esto se ve claro con el poder político, donde la idolatría del poder amenaza la paz como sucede en Ucrania», ha recalcado.

Sobre la cuestión de los abusos, ha reconocido que es uno de los puntos tratados en profundidad, con reflexiones y consultas con expertos. «Uno de los signos es que la oficina de prevención de abusos es parte del Dicasterio para la Doctrina de la Fe. Es un signo que habla fuertemente. El de los abusos es un problema muy serio que debe ser tenido en cuenta. Es un camino que tiene que cambiar y está cambiando».

Finalmente, ha defendido la reforma económica, «una de las más profundas y que también ha encontrado oposición». Una reforma «programática» y que tiene como punto principal la transparencia.

Prólogo del Papa: «Lo importante es la renovación del corazón»

Desde el concilio Vaticano II, la Iglesia católica ha llevado a cabo varias reformas de la Curia Romana tratando de acomodarla a las exigencias de los tiempos, de la vida eclesial y de la recepción del propio Concilio, que sigue siendo la brújula. San Pablo VI quiso acomodar la Curia a los postulados del recién celebrado Vaticano II mediante la constitución apostólica Regimini Ecclesiae Universae. San Juan Pablo II, algunos años más tarde, hizo lo propio promulgando la Pastor Bonus, queriendo desarrollar otros cambios y adaptar el funcionamiento de la Curia al nuevo Código de Derecho Canónico aprobado en 1983. Por su parte, Benedicto XVI también hizo diversos cambios y adaptaciones de la Pastor Bonus a través de diferentes motu proprio para salir al paso de algunos desafíos, realizando los necesarios ajustes que las situaciones pedían. Incluso se creó entonces un nuevo organismo: el Pontificio Consejo dedicado a la Nueva Evangelización.

Antes de cambiar de diócesis, participando de las Congregaciones Generales previas al último Cónclave, entre otras muchas recomendaciones, se pidió vivamente del nuevo Papa que acometiera una nueva reforma de la Curia. Se veía como algo urgente y necesario. Esta reforma viene de ahí. Yo mismo me atreví en esos momentos a hacer algunas recomendaciones, pensando que iba a ser otro quien tuviera que llevarlas adelante. Pero las cosas fueron diferentes. Y, así, desde el principio se trabajó durante todos estos años.

Agradezco este nuevo servicio a la editorial claretiana de Madrid. No son tiempos fáciles para el «apostolado de la prensa». Agradezco el paciente trabajo a todo el Consejo de cardenales en este largo alumbramiento. Especialmente, agradezco al cardenal Rodríguez Maradiaga su constante servicio a la Sede de Pedro, a la vez que le felicito por esta entrevista. Creo que en ella se desentraña adecuadamente el sentido y el itinerario de este minucioso y decisivo trabajo de revisión y propuesta. En ella se hace ver que la reforma de la curia es más que la constitución apostólica. Praedicate Evangelium es una de las dimensiones de la reforma.

Es de esperar que todo lo que esta Constitución encierra se haga cada vez más notorio según se vaya aplicando y poniendo en práctica. Muchas de las novedades que aparecen en la Constitución apostólica ya se fueron poniendo en marcha desde los primeros años del presente pontificado y han dado frutos satisfactorios. Otras darán su fruto a su tiempo.

Las reformas en las estructuras y en lo organizativo son necesarias, sin duda, pero lo verdaderamente importante es la renovación de la mente y del corazón de las personas. Todos estamos llamados a arrimar el hombro. Y no olvidemos que las leyes y los documentos son siempre limitados y casi siempre efímeros. Otros tiempos vendrán. Otras circunstancias darán al mundo un nuevo color… Y la Iglesia, en su constante diálogo con el mundo, con un pie firme en los orígenes y fiel a la Tradición, adaptará nuevamente su vida y sus estructuras humanas a las condiciones cambiantes de los tiempos. Así, la Iglesia seguirá ofreciendo el Evangelio al mundo de una forma renovada. Es nuestra condición, pues creemos que «Jesucristo es el mismo ayer, hoy y siempre» (Hb 13, 8). Así, los creyentes de hoy vamos pasando el testigo a las siguientes generaciones.

Roma, San Juan de Letrán
25 de marzo de 2022,
Solemnidad de la Anunciación del Señor.

Francisco