El cardenal Ayuso pide a las religiones «unir fuerzas» para hacer frente a la guerra
El presidente del Pontificio Consejo para el Diálogo Religioso afirma durante la Semana Nacional de Vida Consagrada que el diálogo interreligioso «no es hoy algo opcional»
El presidente del Pontificio Consejo para el Diálogo Interreligioso, cardenal Miguel Ángel Ayuso Guixot, ha recordado durante su intervención en la 51ª Semana Nacional de Vida Consagrada que se está celebrando en Madrid que «el diálogo interreligioso no es hoy algo opcional, sino una necesidad vital de la que depende en buena parte nuestro futuro».
La guerra que se está desarrollando en Ucrania es prueba de ello y, por este motivo, el purpurado ha recordado que «es importante promover el diálogo entre religiones» y desarrollarlo «en la línea de la fraternidad y amistad social, porque es la única manera de responder a la llamada del Papa Francisco de ser todos artesanos de paz».
«Necesitamos un plus de diálogo interreligioso y de colaboración entre los creyentes y personas de buena voluntad para que todos los problemas puedan ser abordados de forma fraternal y solidaria. […] La paz es un bien precioso. En el mundo plural y en la sociedad globalizada, no se puede construir una reconciliación si no se parte de un punto en común: la condena, el rechazo de cualquier tipo violencia y de la guerra. Estamos en un contexto bélico, es por ello necesario unir verdaderamente todas las fuerzas», ha manifestado.
Según ha dicho, si no se trabaja por la integración y la armonía «esta condición de guerra será perenne». «Religiones y culturas son desafiadas en su esencia para sacar a la luz todo lo que es pacífico en ellas y difundirlas en el mundo», ha agregado.
En este sentido, y en línea con la propuesta de fraternidad del Papa Francisco, ha indicado que el diálogo debe prestar atención al otro y a su identidad: «Quien reza y piensa de manera distinta a la mí no es un enemigo; es preciso creer en la sinceridad de las intenciones recíprocas».
Cuatro retos
Con todo, el cardenal Ayuso ha planteado cuatro retos en este contexto. El primero se refiere a «salir de uno mismo para conocer al otro, incluidos los que son diferentes en lengua, cultura, color y religión». «Demostremos que es posible vivir la diferencia en fraternidad y podremos pasar, poco a poco, del miedo al otro al miedo por el otro, garantizando una paz sólida y duradera», ha planteado.
Los otros tienen que ver con la acogida y la solidaridad, sobre todo con los más desfavorecidos; pasar de la lógica de la solidaridad a la de la fraternidad; y por último el diálogo entre religiones al servicio de la paz. «Tal vez, por primera vez en la historia, las comunidades religiosas deben considerar la responsabilidad común de la paz entre los pueblos», ha concluido.