El camino de la sociedad subsidiaria - Alfa y Omega

El director del Instituto Montalembert, Ludovic Trolle, ha sido entrevistado por el periódico Le Figaro. Con el título «¡No tengáis miedo!». Trolle llama a la reorganización de una sociedad subsidiaria como respuesta a los modos en los que se ha revelado el Estado en la pandemia por el coronavirus.

El Instituto Montalembert, que lleva el nombre de uno de los grandes exponentes del catolicismo liberal del XIX francés, es un laboratorio de ideas que desde la doctrina social de la Iglesia busca incidir en la promoción del bien común. Lejos de proponer la deslegitimazación del Estado, Trolle advierte acerca de un Estado que ha gobernado la pandemia desde el miedo y bajo la tutela de los técnicos. La descripción podría encajar perfectamente en la situación española.

Ante este panorama, la propuesta es ahondar en la subsidiariedad. ¿A qué se refiere con ello? A aquel principio que apela a la responsabilidad de cada persona y de cada grupo dentro del marco de una comunidad política unida por valores compartidos y promotora del bien común. Así y no de otro modo piensa la DSI el principio de subsidiariedad, no como una delegación de poder desde el Estado, sino como una cadena de delegaciones de abajo hacia arriba. Se trata de reivindicar el papel de los cuerpos intermedios (familias, empresas, asociaciones, colectivos locales…), su libertad de iniciativa y su responsabilidad.

Trolle, lejos de limitarse a escribir sobre consideraciones teóricas, hace propuestas prácticas. Frente a la tesis de que las reformas profundas siempre van de arriba hacia abajo, aboga porque los cuerpos intermedios asuman de manera progresiva, responsable y solidaria, en tanto que auténticos actores sociales, tareas de naturaleza educativa y cultural, económica o sanitaria. El objetivo final dice, es la subsidiarización de la nación en términos de liberación de las capacidades de sus protagonistas. Esto exige un Estado fuerte, pero limitado, así como una sociedad libre cuya aspiración última no sea la dependencia asistencial, sino la asunción activa de la parte que le corresponde en la promoción del bien común.