El aborto europeo - Alfa y Omega

Los principales artífices de la Unión Europea —Konrad Adenauer, Robert Schuman y Alcide de Gasperi— eran católicos convencidos. Tras la Segunda Guerra Mundial, su concepción del proyecto europeo se nutría de las enseñanzas de León XIII y Pío XII sobre la necesidad de que el poder civil reconociera la fe católica como fundamento de paz entre y dentro de las naciones. Los padres fundadores habían sido testigos directos del horror engendrado por las ideologías materialistas que negaban la trascendencia del ser humano. Adenauer concluyó lo siguiente sobre el nazismo: «El concepto de supremacía, de omnipotencia del Estado, de su primacía sobre la dignidad y libertad del individuo es contrario a la ley natural de los cristianos, por lo que la existencia y el rango del individuo preceden al Estado».

Macron acaba de proponer que se incluya el aborto como uno de los derechos fundamentales de la UE. No es la primera iniciativa de este tipo nacida (con perdón) en el seno europeo: el Parlamento aprobó en junio el llamado informe Matic, que defiende el reconocimiento del aborto como derecho humano. Los movimientos provida alertaron entonces de la «profunda crisis» en que había caído Europa, convertida «en tumba de los derechos humanos».

El debate sobre la pérdida de identidad de la UE no es nuevo: ya a comienzos de la década de los 2000 se produjo una intensa polémica sobre la alusión a las raíces cristianas del proyecto común en la Constitución Europea, que finalmente no llegaría a aprobarse. Mucho más antigua es la cuestión del aborto, un asunto en el que difícilmente sus defensores cambiarán de parecer mediante la recepción de argumentos (científicos, no religiosos), de datos y de testimonios. Muchos seguirán pensando que el feto tiene el mismo valor que un bulto que sale detrás de la oreja. Tras décadas de propaganda, hay temas en los que quizá solo una intensa experiencia personal —en carne propia o en alguien cercano— modifique la visión de las cosas.

No obstante, eso no significa que los que vemos el aborto como una de las grandes tragedias de nuestro tiempo debamos callar ante la propuesta de Macron. Si la UE se convierte (ya lo es, en gran medida) en una mera alianza monetaria-comercial dominada por las ideologías en boga y que olvida —cuando no persigue— su propio espíritu fundacional, probablemente el Brexit sea solo el primero de varios sustos.