Dos curas de Badajoz luchan contra la sequía - Alfa y Omega

Dos curas de Badajoz luchan contra la sequía

José Rubio y Miguel Ángel García han elaborado un documento para sensibilizar a los fieles de sus parroquias de Calera de León y otros pueblos del sur de Extremadura e intentar colaborar juntos ante el problema de la sequía

Álvaro Real Arévalo
Miguel Ángel García saluda al nuncio Bernardito Auza. Foto cedida por José Rubio.

La presa de Tentudía, en Badajoz, se encuentra al 0,6 % de su capacidad. Los sacerdotes de la zona José Rubio y Miguel Ángel García han querido hacer una reflexión pastoral sobre el tema del agua. «Lo vivimos con muchísima preocupación», explica García a Alfa y Omega, «es un problema gravísimo que no tiene solución inmediata a día de hoy». «Se sospecha que esto tiene que ir a más, porque hay un montón de poblaciones que dependen de ese pantano», añade. Más de 20.000 habitantes pasan la noche sin agua. Los cortes ya se están haciendo notar, sobre todo en el sector hostelero y de la restauración. Ambos sacerdotes conocen muy bien la zona. Saben el sacrificio que esto supone. Entre los dos llevan Calera de León y varios pueblos del sur de Extremadura. Los domingos suelen hacer más de 100 kilómetros para atender las Misas de los pueblos.

Rubio y García han realizado un documento con la idea de celebrar una asamblea y ver cómo trabajar el problema desde la comunidad parroquial. «Queremos ver cómo pueden colaborar las hermandades y las cofradías de Calera y entre todos tomar conciencia del problema de la sequía», afirma José Rubio, que fue de quien partió el texto. En él denuncian que la priorización en el uso del agua «no siempre está siendo racional» y añaden: «Seguimos asistiendo a la construcción de sondeos ilegales, llenado de piscinas privadas y derroche de un bien común».

«Es pura doctrina social de la Iglesia», añade García. Entre las medidas propuestas, un orden de utilización del agua: «Primero el uso doméstico; a continuación, animales y plantas, después la industria y el ocio». Y se preguntan: «¿No es éticamente deplorable el uso del agua en piscinas —aunque sean privadas— cuando los animales no tienen agua para beber?».

Toda España sufre las consecuencias de la sequía. Según la Agencia Estatal de Meteorología, de octubre de 2022 a mayo de 2023 hubo un 28 % menos de lluvia. ¿Las consecuencias? Embalses vacíos, suelos resecos y previsibles restricciones de agua. Europarc-España, la principal plataforma y foro de intercambio técnico entre los profesionales de las áreas protegidas, muestra que en España «a lo largo del último siglo se ha perdido un 60 % del área original de humedales». El cuidado y conservación de los humedales es vital. Almacenan, purifican y distribuyen buena parte del agua que consumimos, tienen un papel fundamental en la mitigación ante el cambio climático, son importantes sumideros de carbono y amortiguan la intensidad de las inundaciones», explica a este semanario Javier Puertas, responsable de Comunicación de Europarc-España, que añade: «Recargan acuíferos y de ellos dependen la mitad de la fauna de la península ibérica».

Cifras

20.000 personas de la zona pasan la noche sin agua por los cortes

60 % del área de humedales se ha perdido en el último siglo

Cada verano nos encontramos con una situación parecida, consecuencia del escenario del cambio climático: «Más que luchar contra la sequía, debe trabajarse en una gestión adaptativa de los recursos hídricos», argumenta Javier Puertas. La clave es la «eficiencia de la gestión y el uso del agua, evitando cualquier despilfarro y uso inadecuado de un recurso cada vez más escaso, especialmente en los sectores más demandantes, como es el caso de la agricultura».

No todo está perdido, se pueden hacer muchas cosas. En el parque natural Bahía de Cádiz se ha realizado una experiencia interesante en la que han participado ONG, mariscadores e incluso empresas. Se realizó un desbroce de los muros, un aporte de sustrato calcáreo y se han colocado compuertas para controlar los niveles de agua en la salina. Un programa de voluntariado en el que han participado más de 60 universitarios. O en el parque regional del sureste de Madrid, donde el humedal tiene su origen en una restauración de una explotación minera de extracción de áridos.

Cuidado con la superstición

Muchos han sido los obispos que durante los meses previos al verano han pedido oraciones por la lluvia. De norte a sur. Desde Barcelona hasta Huelva, pasando por Sigüenza. El obispo de Almería, Antonio Gómez Cantero alertaba en una carta pastoral: «La rogativa es una oración hecha en comunidad, pero debemos tener sumo cuidado de no convertirla en folclore o en cualquier cosa que pueda confundirse con la superstición».

A Dios rogando… y el agua cuidando, podría ser la actualización del refranero popular. Lo saben bien en la Comisión Diocesana Ecología Integral de la archidiócesis de Madrid especialmente sensibilizados con la desertificación: «Convertir el suelo en un secarral es transformar los cimientos de esta catedral llamada creación en cenizas. Un grave pecado». María del Carmen Molina, voluntaria de la comisión, ofrece tres claves para cambiar de rumbo. Contemplar la creación y alabarla (oración); proteger la cubierta vegetal y hacer un uso responsable del agua (acción) y reforestar en base a la degradación del entorno (reacción).