Documentos del siglo XIII prueban la cesión por Fernando III de la Mezquita de Córdoba a la Iglesia - Alfa y Omega

Documentos del siglo XIII prueban la cesión por Fernando III de la Mezquita de Córdoba a la Iglesia

Las crónicas del escritorio de Alfonso X y un acuerdo escrito de 1238 recogen que el rey otorgó rentas y «la planta» del templo

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Un grupo de personas dentro del templo diocesano de Córdoba. Foto: Valerio Merino

Los archivos de la Iglesia constituyen una enmienda a la totalidad a la tesis del informe del Ayuntamiento de Córdoba sobre la propiedad de la Mezquita-Catedral, que afirma que la institución religiosa no dispone de ningún título válido que acredite que es dueña del templo y que, por lo tanto, tiene que dejar de gestionarlo. Hay dos documentos que destrozan el informe presentado el pasado sábado por la alcaldesa, Isabel Ambrosio (PSOE), y el exdirector general de la Unesco Federico Mayor Zaragoza: se trata, de un lado, de la Crónica de los Veinte Reyes, que es el relato de los hechos de los monarcas de Castilla salida del escritorio que fundó Alfonso X El Sabio; y de otro de la dote que el Rey otorgó a la Iglesia de Córdoba a través de un documento fechado en Valladolid el 12 de noviembre de 1238, dos años después de la consumación de la reconquista de la ciudad, y que recoge las derramas económicas que la Corona se comprometía a hacer a la institución eclesiástica a través de diezmos y participaciones en las rentas reales. Este acuerdo es el primero que aparece por escrito entre el Rey y la Iglesia en Córdoba y sentó las bases de su relación una vez que la institución religiosa llevaba meses haciéndose cargo de la antigua mezquita.

La Crónica de los Veinte Reyes dedica un extenso pasaje a la reconquista de Córdoba que da detalles acerca de cómo se produjeron los acontecimientos. El fragmento clave al que se agarran algunos medievalistas para demostrar la cesión de la Mezquita a la Iglesia es el siguiente: «Don Rodrigo, primado de las Españas, llegó de la corte de Roma e consagró y el primero obispo desta conquista a maestre Lope de Fitero, de Río Pisuerga. Después de aquello, el rey don Fernando dilos algunas rentas a los de la iglesia de Córdoba y el solaz della el plantía».

El término «plantía» del castellano antiguo equivale en la actualidad al de planta del edificio, y en el pasaje en cuestión se refiere a la Mezquita. El texto del cronista refleja, pues, la decisión del monarca que lideró la reconquista de contribuir económicamente con la Iglesia y de cederle el templo que hasta durante siglos había estado dedicado al culto islámico.

La insistencia de la «comisión Calvo», en referencia a la participación de la vicepresidenta en la redacción inicial del texto en el que han participado dos historiadores además de Mayor Zaragoza, en que la Iglesia no dispone de un título válido de propiedad se basa en una gran falacia: en el siglo XIII no había un sistema reglado de registro de la propiedad como el que rige hoy. Por eso, encontrar un documento en el que aparezca la firma del Rey y del obispo bajo una cesión formal de la antigua mezquita es una tarea vana. Pero los archivos históricos sí que conservan piezas que disipan cualquier duda acerca de que ese acuerdo entre el monarca y la prelado cordobés se dio.

Una decisión personal del Rey

El más relevante, y además el primero del que se tiene noticia, está fechado en Valladolid dos años después de la toma de Córdoba. Ese pacto entre la Corona y el Obispado se encuentra recogido en el libro Memoria archivística de la Catedral de Córdoba (1614-2015), que es autoría de Manuel Nieto Cumplido, canónigo emérito y que ejerció de archivero del templo diocesano cordobés desde 1972 y hasta hace dos años.

El documento de esta dote que el monarca concedió a la Iglesia en 1238 tras cederle la antigua mezquita dice lo siguiente: «Fernando III concede a la iglesia catedral de Santa María de Córdoba, al maestro Lope [de Fitero], actual obispo electo, a sus sucesores, y al cabido de canónigos el diezmo del almojarifazgo, del alguacilazgo, quintarum salinarum y de la apoteca, y aun de todas las rentas reales de Córdoba. Dona además a los indicados dos hornos, dos aceñas que fueron de Ordoño Álvarez, quinientas aranzadas de viñas, cien aranzadas de huerta y la tercera parte del olivar del rey». La concesión de la dote, señala Nieto Cumplido, fue una decisión personal del Rey conquistador.

Rafael A. Aguilar @raguilarsanchez / ABC