Incluso antes de que el Papa hiciese pública la exhortación Querida Amazonia, los intereses económicos y políticos que llevan años destruyendo el pulmón del planeta y predicando el dogma del mercado libre intentaron oscurecerla reduciéndola a un debate sobre la ordenación sacerdotal de diáconos casados indígenas, presentada falsamente como abolición del celibato. Era la enésima maniobra contra Francisco presentada bajo máscara de celo doctrinal. Cuando preparaba la encíclica Laudato si, empezaron moviendo peones supercatólicos contra él las grandes empresas carboneras norteamericanas. Y también algunas megapetroleras que después pasaron a sumarse a la idea de transición energética del Papa y ya se han reunido con él en Roma dos veces.
A los fondos de inversión especulativa en Wall Street y, sobre todo, a las grandes empresas de armamento, no les gusta el mensaje de paz de Francisco, y tienden a considerarle un enemigo que neutralizar. La mayoría del dinero hostil fluye de EE. UU., pero también de Brasil y México, e incluso de millonarios chinos exiliados, contrarios a su entendimiento con Pekín.
Pero los ataques más burdos proceden de multimillonarios norteamericanos que hacían donativos al Vaticano y no toleran que, a diferencia de muchos obispos en su país, Francisco no les pague defendiendo sus dogmas capitalistas: no debe haber impuestos sobre ganancias del capital, no se debe criticar la especulación financiera, no se debe denunciar el robo a los compatriotas que suponen los paraísos fiscales y no debe haber un sistema nacional de cobertura sanitaria que disminuya los beneficios de las aseguradoras.
Como señala el vaticanista del diario La Croix, Nicolas Senèze, estos millonarios «han intentado durante años influir en Francisco pero, al ver que no consiguen hacerle cambiar, han decidido cambiar de Papa». El periodista francés lo explica en detalle en su libro Cómo Estados Unidos quiere cambiar de Papa, publicado en Francia por Bayard y próximamente en España por San Pablo. Senèze describe la actividad de personajillos muy acaudalados como Tim Busch —el inspirador del Red Hat Report para espiar a los cardenales electores—, Tom Monaghan o Frank Hanna, así como la pequeña galaxia de fundaciones y think tanks como el Acton Institute, The Becket Fund, Napa Institute y otros que financian viajes, simposios, conferenciantes, libros y portales informativos contrarios a la línea de Francisco. El agresivo Steve Bannon y su contra-Vaticano también salen en la foto.