Diez años de David contra Goliat - Alfa y Omega

La foto de la portada es realmente definitoria de los diez años de este Papa, al que «los cardenales fueron a buscar casi al fin del mundo», como él mismo dijo desde su balcón de San Pedro. Es la imagen de David contra Goliat; el pequeño hombre de blanco que camina solo, en mitad de la noche oscura, frente a la inmensidad de una Iglesia con muchas luces y también demasiadas sombras. Cuenta el periodista Sergio Rubin en Alfa y Omega que Francisco ha cambiado la melodía de la canción, pero no ha tocado ni una sola letra. Pero ya se sabe que a los defensores de la música no siempre les gustan los cambios. Ese ha sido su mayor logro en esta década: enfrentarse al rechazo ajeno y al cuestionamiento constante de todas sus decisiones. Lo vemos también en las páginas de este semanario, en el que nos ofrece su testimonio un sacerdote escandalizado por su forma de gobernar la Iglesia —y convertido una vez comprendió que su intención no es otra que ser un pastor bueno para sus hijos—. Pero eso no le achanta; es un hombre de oración y confía en el Espíritu Santo. Llevaba meses en el papado y ya reformó la economía vaticana, creó un Consejo de Cardenales que le asesorase para dar un vuelco a la Curia romana y el clericalismo imperante —a partir de esta semana, además, cuenta para esto con el presidente de nuestros obispos— y organizó una comisión para escuchar a las víctimas de abusos. Quiere que los príncipes de la Iglesia sean realmente servidores, que no es otra cosa que la vocación que escogieron. Que terminen los abusos de poder, de conciencia, sexuales. Que abandonemos la autorreferencialidad y salgamos a las periferias, como Jesús iba a los caminos. Que los poderosos dejen de enriquecerse a costa de la muerte de los más pequeños —como las mafias que engañaron a las 71 víctimas de Crotone para que viajaran en una barcaza sobrecargada—. Quiere algo muy sencillo: que leamos y entendamos el Evangelio.