Día Mundial contra el Trabajo Infantil: «No es trabajo, es esclavitud»
Manos Unidas y Misiones Salesianas alertan sobre esta lacra que afecta a más de 160 millones de niños en el mundo
Más de 160 millones de niños y niñas en todo el mundo están sometidos al trabajo infantil, un fenómeno sobre el que cada 12 de junio alerta la Organización Internacional del Trabajo (OIT) al convocar el Día Mundial contra el Trabajo Infantil.
«No nos referimos aquí a esas tareas que forman parte de la madurez de la infancia, sino al horror que suponen esas escabrosas e inhumanas ocupaciones que vemos a diario, que atentan contra la dignidad de los niños y niñas», denuncia Fidèle Podga, coordinador del departamento de Estudios de Manos Unidas.
«Estamos hablando de esclavitud infantil, no de trabajo infantil, ese dulce eufemismo políticamente correcto que se utiliza para no generar indignación», aclara Podga en la campaña de este año difundida por la ONG de la Iglesia católica en España.
Para Podga, «pese a innumerables tratados, leyes, congresos, programas, movilizaciones y otros tantos eventos, bien sea a nivel internacional como de naciones, no se ha conseguido aún terminar con el flagelo del trabajo infantil, sino que el número de niños y niñas dedicados a tareas que no les corresponden por su edad está aumentando, sobre todo con motivo de la pandemia».
Se estima que, a día de hoy, 160 millones están en situación de trabajo infantil, lo que representa uno de cada diez en todo el mundo. Aunque repartidos por todo el planeta, estos pequeños esclavos se encuentran sobre todo en África, con 72 millones de afectados.
El coordinador del departamento de Estudios de Manos Unidas explica que recurrir a su mano de obra casi gratuita, vulnerable y descartable es la mejor manera de reducir los costes de producción y permite maximizar todavía más los ya existentes beneficios empresariales. «Hablamos eufóricamente de los muy lucrativos negocios del cacao, del café, del té o de la soja —afirma—, sin recordar que esos productos salen del sector agrícola que representa el 70 % de los niños en situación de explotación infantil. Hablamos también de las ganancias del servicio doméstico, del turismo —sobre todo el sexual—, o de la actividad manufacturera, olvidando que pertenecen al sector servicios que explota al 20 % de la población infantil», denuncia Podga.
También se refiere a los «sustanciosos beneficios relacionados con el oro y los diamantes de las joyas, el litio y cobalto de las baterías o el coltán de los teléfonos, sin tener presente que provienen de ese sector industrial que esclaviza a un 10 % de menores».
«Estos niños deberían estar en la escuela y no realizando actividades de adultos, ya que, además, en casi la mitad de los casos realizan labores peligrosas para la salud», afirma Luis Manuel Moral, director de Misiones salesianas, institución que ha puesto en marcha la campaña Infancias robadas, para poder recuperar las actividades que los niños y niñas no deberían haber perdido por culpa del trabajo y la explotación.
En más de 70 países, los misioneros salesianos luchan contra el trabajo infantil con programas que salen al encuentro de estos jóvenes para acogerlos, ayudarlos, acompañarlos, ofrecerles educación y reintegrarlos con sus familias. «Tratamos de prepararlos para la vida, para sean menores de nuevo y dejen de ser adultos a destiempo», asegura el responsable de la Granja Escuela de Ambato (Ecuador), James Manzano. «Lo que hacemos consiste en que recuperen la alegría de la infancia, y lo hacemos robándole tiempo al trabajo por cosas que les interesan y les gustan: el juego, los paseos o el deporte», asegura también Karen Montás, directora del programa Canillitas con Don Bosco, en República Dominicana.
«El cambio comienza con un lápiz, una pizarra y un profesor», afirman desde Misiones Salesianas, «y por eso la educación y el acompañamiento son las claves de nuestro trabajo en el mundo. Cada año, miles de menores se convierten en protagonistas de sus vidas y tienen oportunidades de futuro gracias a la educación».