Descanso y lectura - Alfa y Omega

Una vez más, el año ha sido trabajoso y es necesario tomarse un respiro. Necesitamos descansar para ser capaces de ver la vida sin agobios, aceptando nuestras limitaciones, disfrutando las cosas sencillas y gozando de la serena alegría interior que proviene del servicio a los demás.

Una vez más vale la pena recordar un comentario sabio de Séneca al escritor Lucilio: «No es que tengamos poco tiempo, sino que perdemos mucho». Y tener presente una advertencia del Papa Francisco en una catequesis de 2018 sobre el descanso de Dios en el séptimo día de la creación: «Descansar realmente no es fácil, porque hay un descanso falso y un descanso verdadero».

Francisco tiene 86 años y serios problemas en las rodillas que le obligan a utilizar un andador y un bastón cuando se mueve por casa, y una silla de ruedas en desplazamientos más largos. Oficialmente está de «vacaciones» en este mes de julio, pero sigue recibiendo amigos en grupos numerosos. Los del Celta de Vigo, con motivo del centenario del club; los chicos y chicas de Córdoba (Argentina) que pasaron por Roma de camino hacia la Jornada Mundial de la Juventud en Lisboa; los chiquillos de los campamentos de verano para hijos de empleados del Vaticano… En la práctica, se comporta como un abuelo, siempre dispuesto a ayudar a los hijos o a los nietos.

Las vacaciones permiten dedicar más tiempo a la familia y a los amigos —¡aprender a escuchar!—, el deporte, la música, la belleza de los paisajes o del arte. También a la lectura. Junto a la novela y a la poesía, conviene leer a los clásicos griegos, pensadores que iluminan el presente ayudándonos a salir de nuestra visión de túnel ante los problemas contemporáneos.

También es buen momento para releer grandes documentos de Francisco como la alerta de Fratelli tutti sobre los populismos y la crispación política —¡agotadora!— o la de Laudato si sobre la urgencia de proteger el planeta para evitar el recalentamiento global y sus desastrosos efectos sobre el clima. Quizá también para releer La alegría del Evangelio, que renueva nuestro modo de ver el mundo y a los demás. ¡Felices vacaciones!