Denuncian a nueve voluntarios por rezar por el fin del aborto
«Estamos cansados pero contentos», afirma una de las ocho personas investigadas en Vitoria por participar en 40 Días por la Vida. En San Sebastián hay una más. La campaña ha salvado la vida de cinco bebés en nuestro país
«Éramos dos voluntarios y siete policías nacionales». Así comenzó en Valladolid la última edición de la campaña 40 Días por la Vida, de oración por el fin del aborto ante las clínicas. Era la primera con la reforma del Código Penal que castiga hasta con cárcel el acoso a las mujeres que van a abortar. Como contrapeso, la campaña ha contado con el apoyo del obispo de Orihuela-Alicante, José Ignacio Munilla, que el 2 de octubre acudió a rezar con los voluntarios ante el abortorio. Y en varias ciudades los obispos presidieron la Misa de clausura el domingo pasado, o alguna vigilia.
Al hacer balance, Alicia Gómez-Monedero explica que, en general, «bajó un poco el número de voluntarios», aunque al final se recuperó. Al principio, además, los trabajadores de los centros amenazaron a los voluntarios de Alicante, Valencia y Gran Canaria. En Barcelona, la Generalitat anunció que había denunciado ante la Fiscalía a quienes estaban delante de uno de los tres lugares de la campaña. Durante semanas, los Mossos d’Esquadra acudieron varias veces al día. Pero «no nos ha llegado nada», asegura Isabel de Puig, una de las coordinadoras. «Pensamos que puede estar habiendo una investigación».
Los únicos lugares donde ha habido consecuencias legales han sido Vitoria y San Sebastián. Vitoria, en particular, fue escenario tanto de las primeras denuncias, el mismo 28 de septiembre, día del inicio de la campaña, como de la primera victoria. El 5 de octubre la directora de la Ertzaintza, Victoria Landa, dictó que todos los voluntarios estuvieran a 80 metros de la clínica. Sus abogados recurrieron, y el Tribunal Superior de Justicia del País Vasco les dio la razón. Lo más llamativo es el apoyo del Ministerio Fiscal, representante del Estado, que argumentó que la Administración sabía que la campaña no constituía un delito.
Sí han tenido problemas personas concretas, denunciadas por los dueños de las clínicas Askabide. En Vitoria fueron cinco al principio, y una en San Sebastián. En la capital vasca la jueza les tomó declaración el 25 de octubre y como medida cautelar les impidió, solo a ellas, estar a menos de 100 metros del centro. Esta denuncia se amplió a tres personas más, pero su caso aún no ha avanzado. En San Sebastián se tomó la misma medida, en este caso sin escuchar al denunciado.
El miembro del equipo legal de 40 Días por la Vida que lleva el caso de Vitoria apunta que «la jueza está investigando, y si recaba pruebas» del supuesto acoso habrá juicio. De momento, los atestados policiales «son claros al afirmar que los orantes no realizan una actividad molesta ni interactúan con nadie». Subraya que quien se quejó del acoso «no es ninguna mujer que fuera a abortar», sino dos que acudían al centro por otros motivos. También «se cesó el contrato de arrendamiento de parte de la clínica para cirugía plástica», con la consiguiente pérdida económica. Pedirá archivar el caso, pero teme que se prolongue, con la amenaza de sumar a más personas a la denuncia y el alejamiento en futuras ediciones de 40 Días por la Vida. «Creo que el objetivo no es que las condenen, sino romper la campaña».
Como Jesús en la cruz
Una de las personas denunciadas en Vitoria, que desea permanecer en el anonimato, reconoce que «ha sido muy cansado». Los insultaron y escupieron. Los medios difundieron su imagen e información falsa, y ha repercutido en su vida privada. Bastantes voluntarios se echaron atrás. «Hemos sostenido la campaña diez», y luego la mitad. Los compañeros iban apresuradamente, nada más salir del trabajo, y hacían turnos de tres horas. Estaban dispuestos a arriesgarse, aunque se ha intentado proteger a los más vulnerables, como ancianos, enfermos o inmigrantes sin papeles. «Mi experiencia ha sido la de estar como Jesús en la cruz», sufriendo la indiferencia y la sensación de fracaso, y «respondiendo al mal con bien». Pero «estamos contentos. La gente que ha estado ha crecido en la fe». Cree que «el Señor nos ha elegido como punta de lanza», siendo «una de las campañas más pequeñas» y «seguro que algún niño se ha salvado por nosotros» en otro sitio.
En España han sido cinco. Dos mellizos en Barcelona, cuya madre salió de la clínica y se acercó a los voluntarios para solicitar ayuda, y tres bebés en Valladolid. Luis Beña, su coordinador, destaca que dos fueron gracias al padre del bebé, algo «poco frecuente». Uno decidió pedirles ayuda al leer en un periódico local la historia del primer rescate, una joven que, al verlos, decidió no abortar. El segundo fue un inmigrante indocumentado que fue con su novia a la clínica. «Cruzó la calle y nos dijo: “No quiero abortar al bebé”». En ambos casos los pusieron en contacto con voluntarios de otras entidades provida, preparados para atenderlos. Beña atribuye estos casos a la intercesión de san José. La calle de la clínica lleva su nombre, y él decidió iniciarla como agradecimiento al santo por una curación de su padre. «Los médicos le dijeron que debía de tener aún una misión muy importante».