De esta fiesta no nos vamos - Alfa y Omega

«Carpe diem, ¡carpe diem! ¿Y cómo se hace eso? ¡Ni que fuera una orden!». Así se lamenta el personaje de José Ramón (Raúl Cimas) ante su sentimiento de total incapacidad para poder dar un giro a su relación de pareja con Berta (Esperanza Pedreño), a punto de irse a pique por la rutina y la falta de ilusión, en la magnífica serie española Poquita fe (Pepón Montero y Juan Maidagán para Movistar Plus+, 2023).

Poquita fe recorre en doce breves capítulos, uno por cada mes del año, distintos momentos y situaciones de la vida cotidiana de José Ramón y Berta, en especial la relación con los padres de ambos, vecinos y compañeros de trabajo. A lo largo de la serie, distintos hechos van despertando y haciendo crecer poco a poco en Berta una difusa sensación de malestar e insatisfacción por la vida monótona y carente de sorpresas que comparte con José Ramón. A su vez, este asiste incrédulo, sin entender nada, al progresivo enfriamiento y distanciamiento de Berta, que al final del año se ha transformado ya en abierta hostilidad.

Tanto Berta como José Ramón se dan cuenta de que su vida en común ha llegado a un punto crítico; pero, a la vez, los dos se dan cuenta de que se siguen queriendo y no desean tirarlo todo por la borda. Por eso, toman la decisión de coger el toro por los cuernos y emprender un cambio radical: a partir de ahora van a aprovechar cada momento y disfrutar la vida al máximo. ¡Carpe diem!

Pero la cotidianeidad en su implacable corriente tira más fuerte que ellos y su buena voluntad. «Carpe diem… ¿y cómo se hace eso?». José Ramón y Berta se descubren incapaces de dar ese giro que transformaría sus vidas por completo y terminan dándose por vencidos, resignándose a ir tirando juntos, con el solo motor de un recuerdo ya lejano de unas antiguas promesas incumplidas y contentándose con los residuos de un cariño cada vez más y más previsible y aburrido.

En esa tesitura, José Ramón y Berta son inesperada y repentinamente invitados a una boda, que se celebra el día antes de Nochevieja, en la que no conocen a nadie. Ni siquiera apenas a los novios, que les han lanzado la invitación porque ninguno del barrio había querido aceptarla antes. En lo que parece el summum de la humillación de una vida que les está pasando definitivamente por encima, José Ramón y Berta acuden al evento, en el limes de la periferia de Madrid, no saben si porque sienten lástima de los novios o si, por el contrario, son ellos los que están siendo objeto de lástima. Qué triste ir a una fiesta donde sabes que, en el fondo, tu presencia no es deseada.

«Y ahora, ¿qué será / de mi viaje? / Demasiado escrupulosamente lo he estudiado / sin saber nada. Un imprevisto / es la única esperanza. Pero me dicen / que decírselo es una estupidez», dice el famoso poema de Montale, Antes del viaje. Contra todo pronóstico, contra toda expectativa razonable, contra toda sabiduría y sentido común, en la boda a la que José Ramón y Berta asisten como invitados de cuota irrumpe entre ellos una ilógica alegría. El disfrute y el redescubrimiento del rostro del otro no han necesitado de sus buenas intenciones, de una predisposición especial de su ánimo, de una ascesis previa, para suceder e imponerse de forma totalmente gratuita.

«La misericordia y la verdad se han encontrado. La justicia y la dicha se besarán mutuamente. En nuestra humana debilidad, creemos que debemos elegir en esta vida. Y temblamos ante el riesgo que corremos. Conocemos el temor. Pero no. Nuestra elección no importa nada. Llega un tiempo en el que se abren nuestros ojos. Y llegamos a comprender que la misericordia y la gracia son infinitas y lo único que debemos hacer es esperar con confianza y recibirla con gratitud. La misericordia y la gracia no ponen condiciones y dirán: todo lo que hemos elegido nos ha sido concedido y todo lo que rechazamos también nos lo es dado. Sí, incluso se nos devuelve aquello que rechazamos porque la misericordia y la verdad se han encontrado. Y la justicia y la dicha se besarán». Como describe el discurso del general al final del cuento de Isak Dinesen El festín de Babette, y al igual que en el poema de Montale, Poquita fe rompe todos los moldes del moralismo con el que medimos nuestra vida. No son nuestros escrúpulos los que hacen renacer en nosotros el asombro, la mirada original sobre lo que amamos, sepultados bajo el polvo de la costumbre: es la alegría que sucede en una fiesta a la que hemos sido inmerecidamente convocados. Una fiesta es nuestra única esperanza. Y, una vez en ella, con Rigoberta Bandini, de esta fiesta no nos vamos. Y de ninguna más.