Consuelo y Araceli quedan a tomar café - Alfa y Omega

Consuelo y Araceli quedan a tomar café

Cada vez hay más iniciativas que detectan en las ciudades la soledad de los ancianos y ofrecen la compañía de voluntarios jóvenes. «Necesitamos arrimar todos el hombro para que la soledad de los mayores no siga aumentando», dice uno de los responsables de Madrid Vecina

Juan Luis Vázquez Díaz-Mayordomo
Las dos amigas comparten risas y confidencias cada jueves. Foto: Juan Luis Vázquez Díaz-Mayordomo

Consuelo camina despacio. A sus 81 años, con todos sus achaques, la alegría de la semana se la da Araceli, una joven de 33 años con la que cada jueves sale a pasear, a tomar un café, a jugar a las cartas, o a hacer cualquier recado. «Como hacen dos amigas», ríe Araceli. «Total, son solo casi 50 años de diferencia», apostilla Consuelo.

Ambas forman parte de Madrid Vecina, un programa del Área de Familias del Ayuntamiento de Madrid en colaboración con la ONG Grandes Amigos, orientado a la detección de personas mayores que estén solas o necesiten ayuda y compañía. En la capital hay actualmente 650.000 personas mayores de 65 años, y una de cada cuatro vive sola.

82,7

años es la esperanza vida media en España, una de las más altas del mundo

19,1 %

de la población, unos nueve millones de personas, tiene 65 años o más

Es el caso de Consuelo, que a principios del año pasado conoció la existencia de este programa y enseguida llamó para interesarse. Grandes Amigos la puso en contacto con Araceli, pero la pandemia estalló enseguida y toda su relación durante el confinamiento fue a través del teléfono. «Si no hubiera sido por ella habría sido horrible», reconoce la anciana, «porque la soledad es muy mala y ella se ha convertido en mi alegría de cada semana». El paseo por el barrio junto a ellas es pausado. Consuelo se ayuda de una muleta y de la seguridad de ir del brazo de su joven amiga. «Me gusta mucho su visión de las cosas, su experiencia y su optimismo», afirma Araceli. Para la joven, «no se trata ya de un voluntariado. La llamo porque me apetece, me gusta estar con ella y nos contamos la vida, como hacen las personas que tienen una relación de amistad».

Un problema de salud pública

Madrid Vecina es una iniciativa de enfoque comunitario con un funcionamiento sencillo: voluntarios de Grandes Amigos recorren los comercios del barrio para solicitar al farmacéutico, al panadero o al quiosquero, por ejemplo, que presten atención por si detectan situaciones de soledad, deterioro de la salud o cualquier otra necesidad entre los ancianos de la zona. A partir de ahí se ofrece a los mayores la ayuda que necesitan, desde la intervención de los Servicios Sociales del Ayuntamiento hasta la compañía semanal de un voluntario más joven, como es el caso de Consuelo y Araceli. «En esta pandemia es necesario tejer redes comunitarias desde la cercanía, sin caer en el paternalismo o el asistencialismo, cuidando de los mayores sin infantilizarlos», explica José Palacios, portavoz de Grandes Amigos.

El alma de las nuevas urbes

Poco a poco, la sociedad empieza a ser consciente de la labor que pueden realizar las administraciones locales a la hora de paliar la situación de soledad de los mayores.

En nuestro país hay ya 185 municipios asociados al proyecto Ciudades amigables con las personas mayores, una iniciativa promovida por la OMS en 2010 para que los ayuntamientos tengan en cuenta las variables que influyen en la salud y calidad de vida de los mayores.

En esta línea, el Observatorio Ciudades que Cuidan, de las fundaciones Mémora y La Caixa, acaba de publicar un informe sobre el impacto de la soledad en nuestros días, en el que señala la urgencia de crear un registro local, «unificado y oficial», del número de personas que viven soledad no deseada, especialmente los mayores.

Santiago de Torres, presidente de Mémora, propone así un modelo de ciudad «amigable, compasiva, inteligente y saludable, donde lata con fuerza el cuidado como el alma de la nueva urbe».

«El objetivo no es solo crear servicios, sino transmitir a toda la sociedad la responsabilidad de los cuidados», asegura, y poner «un énfasis especial» en el proceso de final de vida, «evitando la muerte en situaciones de vulnerabilidad y soledad no deseada de las personas mayores».

De momento, la iniciativa está presente en Arganzuela, Villaverde y Retiro, pero el objetivo es llegar próximamente al resto de los 21 distritos que hay en la capital. «Es importante visibilizar el problema de la soledad, que no solo afecta a los mayores, sino que ya es un fenómeno transversal que afecta a toda la ciudadanía», asegura Palacios.

«Los datos demográficos y sociológicos están mostrando ya su gravedad», añade el portavoz. «El cortoplacismo y el rechazo a la vejez nos llevan a no pensar en los que están solos, especialmente los ancianos». Por todo ello, es preciso «arrimar todos el hombro para que este problema de salud pública no siga aumentando en nuestros barrios», concluye.