Con temor y temblor - Alfa y Omega

La Iglesia quiere mirar a la cara esos rostros y esas historias, pedirles perdón, acompañarlos, intentar sanar sus heridas, entender bien cómo pudo suceder este horror para impedir, en lo posible, que se repita en el futuro. Para eso ha abierto 70 oficinas en otras tantas diócesis y en las principales órdenes religiosas; ha establecido nuevas leyes y protocolos y, sobre todo, sigue apurando un auténtico cáliz de amargura que conduzca a una conversión profunda… de todos.

Cada rostro y cada historia de un abuso, aún más si se ha producido en el ámbito de la Iglesia, merece que nos acerquemos con temor y temblor. Es causa de vergüenza y de penitencia. Cada una es una tragedia, una ruptura de la confianza más profunda, y todo lo que se haga frente a esto, y se ha hecho mucho, parecerá siempre poco.

Y todo esto quiere hacerlo en la verdad. Porque es profundamente injusta la ecuación que identifica Iglesia, o sacerdocio, con abuso. Como es absolutamente falso decir que la Iglesia en España no ha hecho nada frente a los abusos. O proclamar que el Papa ha puesto a la Iglesia española bajo vigilancia ante las denuncias reveladas por un medio de comunicación. Desvelar estas falsedades no es anteponer la imagen de la institución al dolor de las víctimas, sino hacer cuentas con la realidad de los hechos.

Cada denuncia debe ser considerada con la máxima seriedad y el mayor respeto para llegar hasta el fondo en cuanto sea posible. Pero una cosa es el sacrosanto derecho de las víctimas, y otra las estrategias de algunos, que desde hace años ponen su foco en el 0,2 % de los casos de abusos en España. También habrá que ocuparse del 99,8 %, que delata una enfermedad social cuya curación exige la cooperación de todos.

Firma de José Luis Restán en Mediodía COPE.