Comunión de vida - Alfa y Omega

El 22 de diciembre de 2022 los católicos de Ucrania celebramos un acontecimiento muy significativo: en la catedral de la Resurrección de Kiev el recién elegido obispo auxiliar del exarcado grecocatólico de Donetsk, Maksym Ryabukha, recibió la ordenación episcopal. No solo numerosos obispos, sacerdotes y fieles grecocatólicos, y yo, como el nuncio apostólico, nos unimos a la celebración, sino también varios obispos católicos romanos. La razón obvia de una participación tan amplia es la misión particularmente difícil confiada al nuevo obispo: atender las necesidades pastorales de un territorio tan martirizado como es el exarcado de Donetsk.

¿Cuáles fueron mis pensamientos durante la celebración? Uno de los sentimientos era la impotencia ante tantos desafíos como están experimentando las personas, obispos y sacerdotes del exarcado de Donetsk. En esta situación, ¿qué ayuda podemos obtener, y de dónde? La respuesta surge de forma natural: nuestra salvación y nuestro auxilio están en Dios, y en Él confiamos. Por eso corremos hacia Él, al tiempo que pedimos a la Virgen María que interceda por nosotros. Otra respuesta significativa es la de la unidad de la Iglesia y de todos nosotros.

En la fotografía se ve un momento de la celebración: la culminación de la consagración del nuevo obispo, cuando se sostiene el evangeliario sobre su cabeza y todos los obispos se unen en oración por él, mientras cada obispo pone su mano en el hombre derecho del de delante, de manera que se forma un círculo de oración. Yo rezo contigo, tú con otro y así sucesivamente, todos unidos en Dios.

Durante este tiempo muchos amigos me preguntan con frecuencia: «Estamos rezando por la paz, rezando por Ucrania y participando en iniciativas humanitarias. ¿Qué más podemos hacer?». Mi respuesta es muy similar a lo que acabo de describir sobre la unidad de corazones: les invito a pensar en la gente que sufre, a sentirlos cercanos a su corazón (eso es la empatía). Y no solo con los que sufren: estemos todos atentos unos a otros. Cuando nuestros corazones estén realmente unidos en un solo Espíritu, Dios no tendrá otra solución que ordenar a quienes causan la guerra que se detengan, e inmediatamente. Nuestro Padre del cielo verá nuestra unidad y, por supuesto, su corazón se conmoverá.