Cobo a los nuevos diáconos: «El Evangelio puede vivirse en medio de lo cotidiano en el estilo del servicio» - Alfa y Omega

Cobo a los nuevos diáconos: «El Evangelio puede vivirse en medio de lo cotidiano en el estilo del servicio»

Con los tres ordenados de este sábado, la diócesis de Madrid ya cuenta con 55 diáconos permanentes. A ellos, el arzobispo les ha recomendado «no vivir el ministerio en solitario ni encapsulados en grupos cálidos»

Begoña Aragoneses
El cardenal Cobo junto a los diáconos y sus familias
El cardenal Cobo junto a los diáconos y sus familias. Foto: Archimadrid / Jorge Cayuela.

La catedral de la Almudena ha acogido este sábado la ordenación de tres nuevos diáconos permanentes para la diócesis de Madrid: Alberto Sandoval, Miguel Ángel Rodríguez y Roberto Gómez, para los que la oración colecta pedía «disponibilidad para la acción, humildad en el servicio y perseverancia en la oración».

Decía san Ignacio de Antioquía que no concebía la Iglesia sin el obispo, el presbítero y el diácono. Tres órdenes de ministros al servicio de la Iglesia y del mundo, y todas ellas presentes en la catedral este día de fiesta. El cardenal José Cobo, arzobispo de Madrid, ha presidido la celebración, junto al obispo auxiliar Vicente Martín, más de una veintena de sacerdotes, y otros tantos diáconos permanentes. Con ellos, multitud de fieles, las esposas e hijos de los ordenandos, sus familiares y amigos, y miembros de sus comunidades y parroquias.

Un momento de la celebración de este sábado en la catedral de la Almudena. Foto: Jorge Cayuela.

«No sois vosotros los que me habéis elegido —anunciaba Jesús en el Evangelio proclamado—, soy yo quien os he elegido y os he destinado para que vayáis y deis fruto, y vuestro fruto permanezca». Y así, respondiendo a esta llamada, los tres candidatos han respondido con voz potente «¡presente!» al ser nombrados, al comienzo de la celebración. La Iglesia, a preguntas del obispo, ha afirmado que eran dignos para ser ordenados, y el cardenal Cobo ha respondido: «Con el auxilio de Dios y de Jesucristo, nuestro Salvador, elegimos a estos hermanos nuestros para el Orden de los diáconos».

Escuela de amor

Ya en su homilía, el arzobispo de Madrid ha comenzado con un elocuente «damos gracias a Dios por vosotros», en un día «especial de fiesta en la que la Iglesia que camina en Madrid eleva a Dios una oración de gratitud». El Espíritu Santo, ha indicado, «sigue soplando y sigue suscitando vocaciones al servicio, al amor concreto y al Evangelio que se hace carne».

La vocación al diaconado, ha afirmado, «es una invitación a poneros al servicio de todos, y muy especialmente de los más pobres y olvidados, los que se sienten lejos o los que nunca han entrado en una iglesia». Una llamada que «os pilla bastante entrenados: la vida matrimonial, la familia y el trabajo han sido vuestro taller», ha reconocido ante amigos, hijos y esposas de los ordenandos: Tamara, de Roberto; Sonia, de Alberto; y Mercedes, de Miguel Ángel. Los hogares son y seguirán siendo, ha comentado Cobo, «la primera escuela de amor», esa Iglesia doméstica «donde todos aprendemos a lavar los pies en silencio».

Invitación a dar un sí

Unidad y permanencia en el amor de Dios han sido otros de los llamados del cardenal Cobo, que se ha referido a la vid y los sarmientos, y ha subrayado que «separados de Jesús no somos nada». «Nos os desconectéis de la Iglesia ni de Jesucristo —ha apostillado—, no viváis el ministerio en solitario ni encapsulados en grupos cálidos». Porque solo «conectados a Cristo y a la comunidad, daréis fruto».

Ya finalizada la Eucaristía, y antes de la salida jubilosa a la plaza de la catedral, donde les esperaban familiares y amigos, el cardenal hacía una invitación a todos los congregados en el templo. «Hoy también es un día precioso para decir sí al Señor, decir sí al plan de Dios que tiene sobre nosotros».

Con Alberto, Miguel Ángel y Roberto son ya 55 los diáconos permanentes con los que cuenta a diócesis de Madrid. Sus otros dos compañeros de Curso, Willy Vargas y Alejandro de la Concha, fueron ordenados en febrero en Roma durante el Jubileo de los Diáconos.