Clamor en el Congreso de Vocaciones: «Dios sigue llamando»
A través de una extensa ponencia inaugural, la CEE invita a «crecer en la conciencia de que la vida es don recibido y está llamada a ser don para otros»
El Congreso de Vocaciones ha comenzado este viernes 7 de febrero en medio de una gran expectación. Más de 3.000 almas procedentes de todas las diócesis, y de todos los caminos vocacionales posibles, se han dado cita en el pabellón Madrid Arena, convocados por la Conferencia Episcopal Española bajo el lema ¿Para quién soy yo? Asamblea de llamados para la misión. Pero antes de tratar de responder a la pregunta, los participantes han cantando con los acordes de Hakuna, quienes han compuesto la canción oficial del evento.
Acto seguido, después de los saludos iniciales y de rezar juntos una oración escrita específicamente para el Congreso de Vocaciones, Alfonso Alonso-Lasheras, SJ, y Ana Samboal han leído la extensa ponencia inaugural, que ha comenzado rememorando el Congreso de Laicos de 2020. Desde entonces, se ha venido haciendo camino en los ámbitos del primer anuncio, educación y sinodalidad. «Se trata ahora de dar un paso mas: del anuncio del kerigma a la elaboración de una respuesta —con la propia vida— al mismo». Una respuesta que pasa por descubrir «la certeza de que Dios sigue invitándonos a todos a una existencia plena y dichosa», lo cual es otra forma de decir que «todos tenemos vocación». Ante esta perspectiva, la Iglesia quiere trabajar «para que cada persona pueda descubrirla y alcanzar la plenitud a la que ha sido llamada».
Con esta meta en el horizonte, la ponencia inaugural ha hecho seguidamente un diagnóstico de la situación actual, donde existe una crisis antropológica, «de comprensión de lo que somos». La consecuencia no es solo una disminución de vocaciones de «especial consagración», sino que, al final, la vida deja de estar «entendida como una vocación». Entre las causas, se encuentra «la exacerbada búsqueda de libertad» o del «bienestar», que «se convierten en el foco de toda decisión». De esta forma, «no hay cabida al amor, centro de un paradigma vocacional. La libertad en la sociedad actual se pone por encima del amor y desemboca en valores que son opuestos a las virtudes necesarias para poder responder a la propia vocación».
A pesar de todo ello, el Congreso no es una respuesta a esta crisis, sino al convencimiento de que «Dios sigue amando y llamando». Pero la llamada, la vocación, no se reduce a una tarea o profesión. «Tiene que ver con el ser antes que con el hacer». Se trata, por tanto de «un modo de vivir y de plantearse la existencia» que «encuentra su sentido convirtiéndola en un bien que se dona para todos». Este es precisamente el planteamiento, subrayado por Alonso-Lasheras y por Samboal durante la conclusión de la ponencia inaugural: «Crecer en la conciencia de que la vida es don recibido y está llamada a ser don para otros».
Por último, han confesado que el planteamiento es exigente y está lleno de dificultades. «Crear una cultura vocacional es un proceso largo, que exige superar el pesimismo y el derrotismo». Pero, de igual modo, hay que decir que «los jóvenes muestran una sed de sentido y una apertura a un discurso alternativo». Por ello, desde la Conferencia Episcopal Española están convencidos de que el momento actual «es una gran oportunidad para la evangelización y para testimoniar la belleza de una vida bien vivida, plena y en sintonía con el proyecto de Dios».
La ponencia inaugural, en cuya elaboración también han participado Luis Manuel Romero, José Benito Gallego, la hermana María José Tuñón, Florentino Pérez y Gabriel Richi, ha concluido dando respuesta a la pregunta a la que van a estar dándole vueltas todos los participantes del Congreso durante el fin de semana: «¿Para quien soy? nos preguntamos, con una respuesta clara en la vida cristiana: para Dios y para los demás», han concluido.