Chamingerel y su bisabuelo - Alfa y Omega

Ser discípulos de Jesús es recorrer el camino de la santidad. Esto significa, sobre todo, dejarse transfigurar por la potencia del amor de Dios. Me parece muy iluminador lo que dice el Papa Francisco sobre la santidad, que no se compone de algunos gestos heroicos, sino de mucho amor y servicio. Aquí en Mongolia son muy pocos los agentes de pastoral como Chamingerel (Rufina), que trabaja en la oficina pastoral de la Prefectura Apostólica de Ulán-Bator, en Mongolia. Ella estuvo colaborando en los preparativos de la visita del Papa Francisco. Se sentía muy preocupada, pero cuando el Santo Padre llegó y lo vio se sintió mucho más tranquila. «He visto que Su Santidad es una persona cercana, humilde y sencilla. He visto con mis propios ojos que hoy la santidad es posible», afirmó.

Ella reconoce que la Iglesia en Mongolia es muy pequeña y muy joven. «Sabernos visitados por el Papa y verlo entre nosotros ha sido un regalo para mí y para mi pueblo, y esto me ha hecho comprender la importancia de tener esperanza», como rezaba el lema del viaje apostólico: Esperar juntos. «No crecí en una familia católica, pero me convertí cuando era estudiante. Luego, como a otros, me gustaba ir a la parroquia y me conmovía compartir las palabras de la homilía y del catecismo que escuchaba en la parroquia», relata Chamingerel.

«Una vez fui a visitar a mi bisabuelo y toda la noche hablé de la vida de Jesús, desde su nacimiento hasta su resurrección. ¡Imagínese a una joven estudiante de 19 años hablando de Jesús con el padre de su abuela! Tenía casi 80 años». Entonces ese entusiasmo se convirtió en una responsabilidad importante, en responder y crecer en la fe cristiana. «He tenido la gran oportunidad de ir a estudiar a Roma y regresar a mi país para ayudar a que nuestra Iglesia crezca. A partir de esta decisión comenzó mi vida actual como agente de pastoral. Aprender sobre el catolicismo fue como aprender un nuevo idioma. Llevo 14 años estudiando este idioma y quiero seguir aprendiendo, para hablar con mi vida de Evangelio». Eso sí, confiesa que «todavía no sé cómo traducir “comunidad”». «Aquí escuchamos a menudo a los misioneros que el papel de los agentes pastorales y catequistas mongoles es muy importante. En mi opinión, tenemos mucha suerte de no tener muchos libros de catequesis en nuestra lengua. En cambio, tenemos muchos misioneros y misioneras que son libros vivos para aprender a vivir el Evangelio».