El «mes blanco» para volver a la pureza - Alfa y Omega

De los tres días que pasó el Papa Francisco en la tierra del cielo azul, os comparto algo de lo que nos dijo en el encuentro ecuménico e interreligioso del 3 de septiembre de 2023: «Al reunirnos hoy, nos comprometemos a compartir todo ese bien que hemos recibido, para enriquecer a una humanidad que, en su caminar, a menudo se encuentra desorientada por miopes búsquedas de lucro y bienestar; y a menudo también es incapaz de volver a encontrar el hilo conductor. Volviendo así su mirada solo a intereses terrenos, acaba arruinando la misma tierra, confundiendo el progreso con el retroceso, como muestran tantas injusticias».

El comienzo de la Cuaresma casi siempre corresponde en Mongolia con los días festivos del Año Nuevo Lunar. Es el «mes blanco», que nos recuerda cómo todo debe volver a la pureza de sus orígenes, hay que pagar las deudas, limpiar todo y reconciliarse con los otros, pues comienza un nuevo año. El largo, frío y blanco invierno está en la mitad del camino, todavía hay esperanza. Se trata de una hermosísima imagen de la renovación a la que tiende este tiempo sagrado hacia la Pascua. Se refleja no en las caras largas del fariseísmo, sino en la alegría discreta incluso en el ayuno para convertirnos a la vida.

Qué bien recibir el mensaje que el Papa Francisco nos escribe para esta Cuaresma, en el que lanza una invitación a vivir la «valentía de la conversión, tiempo de libertad», porque «Dios no quiere súbditos sino hijos». Puedo compartir con todos ustedes que caminando con nuestra gente, escuchando qué significa para ellos la experiencia del encuentro con Jesús y su Evangelio, que le ha dado un nuevo horizonte a sus vidas y, con ello, una orientación decisiva, descubrimos cómo algunos de nuestros amigos han sido muy valientes para iniciar el camino de ser cristiano. Nos cuentan que se sienten renacidos al descubrir que tienen nueva oportunidad de ser desde el Evangelio, de asumir nuevos valores, de sentirse renovados por ejemplo por el sacramento de la Reconciliación. Es como abrir las ventanas y sentir el olor de la primavera, disfrutar su belleza e ir siempre hacia adelante con mucha fortaleza para no volver atrás.