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Veo esas fotos de niños sirios ahogados en las playas, o aterrados junto a una valla de cuchillas, pienso en ellos, en sus padres, me pongo en su lugar mirando el rostro de los hijos de mi casa, y no sé cómo seguir. No puedo ir a esa comida, a esa compra en rebajas, a esa playa, a esa fiesta, a ese viaje, guardar para mí ese dinero… No puedo ensimismarme en esa novela, en esa oración, en esa visita… ¿De qué sirve la fe, o la ética humanista, si no nos movilizan en esta causa, hasta el Y dejándolo todo, le siguieron? Tenemos que reaccionar en la Iglesia mucho más. No puede seguir de vacaciones nadie con responsabilidad. No puede pasar de puntillas la clase política en Europa, que solo mira por su reelección temprana. No puede consentirlo el pueblo soberano sin perder a jirones su dignidad. Mientras Turquía o Líbano acogen a millones de refugiados, España ha aceptado en lo que va de año a 130. Estas víctimas son la primera ideología social y la primera ortodoxia religiosa. Vamos a movilizar las conciencias y la mano de los ciudadanos, hasta conseguir que la Europa política y económica dé una salida digna a estas personas. Ellas somos ya nosotros y nuestros niños. ¡Ponte en su lugar! No es una opción, es una necesidad de tu corazón de persona.
Son muchos los temas que aborda la encíclica Laudato si, pero uno se extiende por todo el texto para desembocar en el apartado IV del Capítulo VI: la calidad de vida de las personas en su relación con la realidad natural, económica y social que nos rodea. Ni en las sociedades más desarrolladas, el crecimiento y los avances tecnológicos han garantizado una auténtica calidad de vida. El Papa muestra que la espiritualidad cristiana puede aportar un estilo de vida profético y contemplativo, capaz de gozar profundamente sin obsesionarse por el consumo, evitar lo que distrae el corazón e impide valorar cada cosa y cada momento, gozar con poco, retornar a la simplicidad, y encontrar satisfacción en los encuentros fraternos, en el servicio, en el arte, en la oración, en el contacto con la naturaleza, y escucharla porque está llena de palabras de amor, de su Creador.
Se ha descubierto, en vídeos con cámara oculta, el negocio de tráfico de órganos de fetos con el que la fundación estadounidense Planned Parenthood se enriquece. Un escándalo mayúsculo que ha pasado desapercibido en la mayoría de medios. Parece que la progresía ha conseguido implantar su cultura de la muerte a nivel global.