Cartas a la redacción - Alfa y Omega

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España y el Adviento

He leído el interesante libro del Papa Jesús de Nazaret (Segunda Parte), en el que se muestran las razones de la fe cristiana. Su atenta lectura permite apreciar la lúcida teología de Joseph Ratzinger, y también la bibliografía consultada por el Papa para la elaboración de su libro. En ésta se aprecia que no aparece ningún original en español, es verdad. Pero la maravillosa sorpresa para los españoles, la ofrece Benedicto XVI al final de su libro, cuando, citando a san Bernardo de Claraval, dice: «Sabemos de una triple venida del Señor. Además de la primera y de la última, hay una venida intermedia (adventus medius)… En la primera venida, el Señor vino en carne y debilidad; en esta segunda, en espíritu y poder; y en la última, en gloria y majestad». Pues bien, en las últimas páginas, el Papa habla de esa venida intermedia: el Señor viene en su Palabra; en los sacramentos; en su entrada en los acontecimientos humanos; y añade que hay otras modalidades de esa venida que hacen época, y cita el Papa -para decirnos que, de esa manera, Cristo ha entrado de nuevo en la Historia- el impacto de grandes figuras como «Francisco y Domingo entre los siglos XII y XIII», o «los santos del siglo XVI: Teresa de Ávila, Juan de la Cruz, Ignacio de Loyola, Francisco Javier». De esta manera, Benedicto XVI nos señala que ha sido en español, a través del pensamiento y la acción de los cinco santos españoles mencionados, como el Señor nos ha hablado en su venida intermedia. ¡Gracias por decirlo, Benedicto XVI!

Carlos Baltés
Madrid

La teoría del conflicto

ETA sigue enredada en la teoría del conflicto. Le conviene, claro. Si se busca en el diccionario, siempre se encuentran palabras con las que disfrazar la realidad. Arriman el ascua a su sardina. Y en cuanto el Gobierno se prestara a conversar, de inmediato ETA quedaría legitimada. Y mira que es una pretensión absurda, ¿o nos creen tontos a todos? Asesinan a traición a casi mil seres humanos. Y ahora, a cambio de dejar de matar, de perdonarnos la vida, de dejarnos seguir viviendo, ¡exigen! Hay que tener cara. Mucha, aunque se la tapen. Quiero pensar que se la tapan porque un poco de vergüenza sí les debe dar. ¿Qué ha de hacer el Gobierno? O cazarlos y encerrarlos, o dimitir. Otra cosa sería una inmensa injusticia hacia las víctimas, que han quedado calladas y dolidas, en una postura heroica, confiadas en que la Justicia actuará como debe hacerlo en una democracia.

Javier Palau
Benicarló

Seguiremos defendiendo la vida

En el debate entre los candidatos popular y socialista, me causó repugnancia, aunque no sorpresa, oír a este último proclamar como derechos lo que son crímenes alevosos: el aborto y la eutanasia. Tampoco me causó sorpresa, aunque sí tristeza, no oír al candidato popular pronunciarse sobre estos temas. Ya sabemos que en su programa electoral figura la reforma de la actual ley del aborto, en lo que se refiere al permiso paterno para abortar, a las menores de dieciséis años. Pero, en lo esencial, el aborto libre, se mantiene intacta esta injusta e inmoral ley. No entiendo, debo ser muy torpe, cómo se puede compaginar una cosa y su contraria: la protección de la maternidad y el derecho a abortar libremente. Señor Rajoy, el triunfo ya lo tiene, pero los millones de españoles que defendemos el derecho a la vida y a la dignidad humana seguiremos luchando, como hasta ahora, empleando todos los medios legales a nuestro alcance.

Antonio Ruiz-Cabello
Córdoba

Dios existe. Yo me lo encontré

Dios existe. Yo me lo encontré, es el título de un libro del francés André Frossard, que mereció el Gran Premio de la Literatura Católica en Francia, en 1969, y que se convirtió en best-seller mundial. Hace días, leí un artículo de Gala: Dios no existe. Es un asunto que parece inquietar al autor, porque con frecuencia escribe sobre él. Pero escribir eso es como decir que se han equivocado millones de personas, que a lo largo de dos mil años han dedicado su vida a Dios, y en servicio de los demás, especialmente a los desfavorecidos. Por eso, respondo con las palabras del hijo de un ministro francés, y Primer Secretario General del Partido Comunista francés, que a los veinte años encontró la fe: «Éramos ateos perfectos, de esos que ni se preguntan por su ateísmo. El ateísmo perfecto no era el que negaba la existencia de Dios, sino el que ni siquiera se planteaba el problema. Mis padres habían decidido que esperara hasta los 20 años: ¿A los 20 años quiere creer? Que crea. Es una edad impaciente y tumultuosa, en la que los que han sido educados en la fe acaban corrientemente por perderla, antes de volverla a encontrar, 30 o 40 años después. (Al convertirme), se creyó oportuno, suponiéndome hechizado, hacerme examinar por un médico amigo, ateo y socialista. Después de conversar e interrogarme indirectamente, pudo comunicar a mi padre sus conclusiones: era la gracia, dijo, un efecto de la gracia y nada más. Sé la verdad sobre la más disputada de las causas y el más antiguo de los procesos: Dios existe. Yo me lo encontré -diría que por casualidad si el azar cupiese en esta especie de aventura-».

Plácido Cabrera Ibáñez
Jaén

Una buena propuesta

Estamos sufriendo una crisis como nunca, y las instituciones públicas pagan millones y millones de euros a clínicas privadas para practicar abortos (13.000 en Barcelona, que es la mitad de los que se realizaron el año pasado). Por otro lado, no sabemos lo que nos cuestan las fecundaciones artificiales, no siempre eficientes, para dar un hijo a quien no puede tenerlo, y lo desea fervientemente. ¿No sería mejor ayudar a nacer a los que ya están en camino, y facilitar las adopciones que tantas dificultades tienen ahora? Se evitarían muchos problemas psicológicos y de otro tipo, en las mujeres que quieren abortar y desconocen, con frecuencia, las consecuencias negativas que el aborto conlleva. Además, mejoraría la demografía, que está en niveles mínimos.

María Antonia García
Barcelona