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Leo el pregón de Pilar Rahola con motivo de la Jornada Mundial de las Misiones en la basílica de la Sagrada Familia. Me deja sorprendida y admiro su valentía. En estos momentos no es usual resaltar valores cristianos ni actuaciones que nacen de la bondad de la Iglesia y es por esto por lo que quiero agradecer a esta periodista, que se declara no creyente, su honestidad y justicia manifestando el sacrificio que por amor a Dios y a los hombres lleva a los misioneros a poner su vida al servicio de los demás.
Hace unos días se dio a conocer el nombre del galardonado con el premio Nobel de Literatura de este año, para sorpresa de muchos y con la correspondiente polémica ya que por primera vez se concede a un músico. Le ha sido concedido a Bob Dylan «por haber creado nuevas expresiones poéticas», es decir, por las letras de sus canciones, no por su música lógicamente, aunque todo junto es pura delicia. Cuando muchos presumen de ateos, Dylan, desde 1980, con su disco Save, ha proclamado su fe cristiana, y a partir de entonces sus letras son trascendentes y en sus conciertos habla de Jesucristo como su salvador. Con más de 90 millones de discos vendidos, Bob Dylan es una leyenda viva que no oculta su fe cristiana.
No lo entiendo. Leo en Alfa y Omega que a partir de Cuaresma, por fidelidad al Nuevo Testamento, las palabras de la consagración del vino: «…sangre derramada por vosotros y por todos los hombres», tornarán a ser: «…por vosotros y por muchos». Me deja perplejo. Si en mi lejana adolescencia, ejerciendo de monago, el pro multis lo comprendía sin captar distingos, pasado el Vaticano II, el paso a «por vosotros y por todos los hombres» lo hallé acertadísimo, consciente de que Jesús con su pasión y muerte había redimido a toda la humanidad. Jesús quiere que todos los hombres se salven; la opción es de ellos. Pero Jesús murió por todos. Otra cosa es cambiarlo por el original latino, pero ¿y en arameo, cómo?