Cartas a la redacción - Alfa y Omega

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118.359 santos inocentes

El 28 de diciembre, día de los Santos Inocentes, fue un día más que propicio para reflexionar sobre la mal llamada Interrupción Voluntaria del Embarazo. Para el común de los mortales, el aborto es una tragedia que, si hace 2.000 años ya era una barbarie, hoy en día, por desgracia, algunos se atreven a reivindicarlo como derecho.

La dramática cifra de abortos realizados durante el año 2011 en España es de 118.359. Tras la frialdad que arrojan los datos, cada número representa un ser humano al que se le ha quitado la vida. El 89,6% de esos abortos realizados fueron perpetrados sin motivo alguno. La desgraciada Ley Aído es la responsable de estas escalofriantes estadísticas, pero cuando, en 2013, se hagan públicos los datos del 2012, los abortos serán responsabilidad de la inactividad y ambigüedad del Gobierno popular.

El retraso de la reforma de la ley del ministro de Justicia, don Alberto Ruiz-Gallardón, están suponiendo unas 324 vidas humanas que dejan de nacer cada día. ¿Hasta cuándo va a seguir así? Todavía hay confianza en que la reforma no suponga un mero lavado de cara y no incluya el supuesto de riesgo psicológico para la madre, supuesto que se ha demostrado en la realidad como un coladero sin ningún criterio ni control. El señor ministro lo tiene fácil, cumplir con la Constitución y proteger la vida, devolverle el sentido al artículo constitucional que se ha visto deformado por años de sospechosas influencias culturales, ideológicas y de voluntarismo político.

No hay excusa, la ciencia está de parte de la vida y ya sabemos que desde el mismo momento de la concepción hay un ser humano único y con un código genético propio, independiente del padre y de la madre. Estamos ante la oportunidad de posicionarnos en la vanguardia de la defensa de la vida mundial, hagámoslo. Sea valiente, señor ministro.

Álvaro María Herrero de Béthencourt
Las Palmas de Gran Canaria

Amor a la maternidad

Viajaba yo en el Metro de Sevilla, a las 9,10 horas de la mañana. Subió a mi vagón una mujer joven y guapa, visiblemente embarazada y triste. Se sentó en el centro de una fila de tres asientos laterales. Justo frente a ella viajaba, también sentado, un hombre de unos 50 años, que la miró con simpatía y, pocos segundos después, le sonrió y se atrevió a dirigirse a la joven, aproximadamente, con estas palabras: «Ya que estamos en Navidad, permítame, por favor, que le diga 3 cosas amables: la primera, que la maternidad embellece a las mujeres; la segunda, que le doy las gracias por tener la generosidad de ser madre; y la tercera, que cuando un hombre ve a una mujer embarazada, siente una envidia tremenda».

La mujer, visiblemente contenta y emocionada, le agradeció al hombre sus palabras, con una gran sonrisa, afirmando que le habían hecho mucho bien.

El tren paró, y tanto el hombre amable como yo nos bajamos del vagón, una vez terminado nuestro viaje. Me pareció un gesto muy sencillo y bonito, y una forma, muy cariñosa y eficaz, de expresar, abiertamente y sin complejos, el amor por la vida y el respeto y admiración hacia el magnífico don de la maternidad en la mujer.

Rafa Pareja
Sevilla

Al presidente de Pakistán

Señor presidente de Pakistán: no tengo Internet, ni medios para que usted lea mi carta. Pero mi esperanza me anima, sé que alguien se la leerá. Así se lo ruego a Dios Padre.

Soy española. No sé si usted habrá visitado mi país. El suyo no lo conozco, pero estoy segura de que será tan hermoso como el mío. Dios ha creado el universo, es muy grande y bello. Pero lo más hermoso del universo somos las personas, hechas a imagen y semejanza de Dios.

En esta tierra de España viven muchos musulmanes hermanos suyos. Yo les veo felices. Trabajan y disfrutan de libertad con sus familias. Conviven con nosotros en un país católico donde son respetados, y donde nadie les obliga a convertirse.

Quisiera rogarle por la vida de Asia Bibi, ciudadana pakistaní. Acójala. Los hombres somos todos hermanos, e hijos de Dios. El amor, es amar a Dios y al prójimo, es nuestro primer mandamiento.

Yo misma rezo por usted, sin conocerle. Desde hace muchos años, ruego a Dios por los que dirigen las naciones. Pido a Jesucristo que le bendiga a usted y a su país, para que, como en el mío, puedan habitar los ciudadanos como hermanos, e hijos del mismo Creador.

María José Bueno García
Córdoba

¿Festejar la Navidad?

¿Por qué la Navidad acerca a las personas? La razón, más aún entre los pueblos de tradición cristiano-católica, radica en la celebración del nacimiento de Jesucristo, con la influencia que también ejerce el año que termina, el balance de cómo ha ido y los buenos propósitos para el venidero; y así es como se viene viviendo desde hace más de dos mil años. Pero hay quienes arremeten de manera furibunda contra la Navidad. Es la posición cerril del ateísmo militante, incapaz de comprender la hermosura que representa para millones de personas tener fe en un Dios que asume la condición humana para elevar a todos los hombres al plano sobrenatural. Se podrá creer o no creer, pero, según demuestra la historicidad científica, el Nacimiento que tuvo lugar en Belén es un suceso incuestionable y ante él, lo que debe hacerse, aunque sólo sea por norma educativa, es respetar las creencias de cuantos se hermanan festejando este hecho trascendental.

José María López Ferrera
Madrid