Carta a los Magos de Oriente - Alfa y Omega

Cuando ya nos cuesta escribir, cuando ya los años son largos de contar, cuando a veces nos cuesta soñar… que no se nos olvide vivir a la luz de la esperanza y creer. Y volver a ser niños, otra vez. Queridos Magos, lo primero que queremos deciros es que tenemos sitio para cuidar a los camellos y darles un poco de alfalfa; tenemos además muchas casas que ya nadie calienta, tenemos las puertas abiertas y el fuego encendido, pues en estos días es bueno calentarse. Si pudieseis, os queremos pedir que traigáis en vuestras alforjas que nunca se nos olvide la hospitalidad para acoger al que llega y al necesitado. Que la vecindad sea cimiento en el que crecer. Que cada día sigamos aprendiendo que la vida se hace juntos, apoyándonos, acariciándonos, en la ayuda y los trabajos comunes. Que sepamos valorar la edad como fuente de experiencia y sabiduría. Que sigamos creyendo que la cultura de los pueblos puede seguir aportando muchas cosas importantes al futuro de este mundo.

Os rogamos que traigáis caramelos, pero no solo para los niños… que a todos nos viene bien algo que nos endulce la vida. Un poco de carbón a quienes creen que la guerra es un camino. Un esparadrapo a los políticos para que se dejen de insultar y aprendan a servir. Y una oreja muy cerca del corazón para que aprendamos a escuchar con ternura; y cuando hablen y decidan sobre los pueblos y la ecología, que alguna vez nos escuchen a los que aquí vivimos, rediez.

Que alguna vez se piense en los sencillos y en los pequeños (pueblos, también) más allá del puro bucolismo o como escapada de fin de semana. Esta tierra de los olvidados. Cuidad de todas esas personas que ayudan, en el mundo y en el pueblo, a hacer realidad todos esos pequeños sueños, sueños tiernos de gente sencilla. Y cuidado, mucho cuidado al tirar los caramelos, no deis a la tía Tomasa en el ojo, ¡que se le pone moradito entero, como una berenjena!

Decía Walt Whitman: «No te detengas, no dejes que termine el día sin haber crecido un poco, sin haber sido feliz, sin haber aumentado tus sueños. No te dejes vencer por el desaliento. No abandones las ansias de hacer de tu vida algo extraordinario. No dejes de creer que las palabras y las poesías sí pueden cambiar el mundo… No dejes nunca de soñar».