Tras varios días de recuento, marcados por una participación sin precedentes y por las acusaciones de fraude electoral por parte de los republicanos, el demócrata Joe Biden es desde el pasado sábado presidente electo de Estados Unidos. Lo acompaña en esta aventura Kamala Harris, que se convertirá en la primera mujer vicepresidenta.
En espera de los próximos pasos del todavía inquilino de la Casa Blanca, Donald Trump, el segundo presidente católico de la historia del país –después de Kennedy– tiene el reto de rebajar la tensión y la polarización, que llevan décadas creciendo. En palabras de los obispos estadounidenses, «es el momento de que nuestros líderes se reúnan con espíritu de unidad nacional y se dispongan a dialogar y a comprometerse por el bienestar común».
Ahora, aseveran en una nota, hace falta «que nos tratemos los unos a los otros con caridad y civismo, aunque podamos estar profundamente en desacuerdo». Y ojalá se defienda «la santidad de cada vida humana», desde la del no nacido –como ha ocurrido en esta legislatura– hasta la del migrante, pasando por la del preso. De todas y cada una.