Busca agua con un palo en Etiopía para la gente y ya lleva 155 pozos
Paco Moreno dejó una brillante carrera de abogado en Madrid para hacer de zahorí y devolver la salud a miles de personas en uno de los países más pobres del mundo
En Etiopía, el equivalente al personaje del coco de nuestro país es un hombre blanco que llega a la aldea armado con un palo. Por eso, para no dar miedo a los niños, Paco Moreno se pone donde todos le vean y coge unas varillas del suelo. Con ellas y desde la Fundación ADS, encuentra el agua que cambia la vida de comunidades y aldeas.
—¿Cómo era su vida antes de Etiopía?
—Yo tenía mi despacho de abogados y también era profesor en varias universidades. Económicamente me iba muy bien y pensé que todo lo bueno que había recibido tenía que devolverlo.
—¿Cómo concretó esa intuición?
—Tenía un amigo con el que me solía ir en verano de viaje. Pero en 2003 me propuso ir de voluntariado a Etiopía con las Misioneras de la Caridad. Yo en aquella época me desmayaba en los hospitales solo con el olor, pero me apunté.
—¿Qué pasó en ese viaje?
—Fue un shock, porque una cosa es que te digan lo que es la pobreza y otra cosa es verla con tus propios ojos. Fue muy duro. En aquel entonces, Etiopía era el cuarto país más pobre del mundo y ellas atendían a los más pobres de los pobres. Había hombres, mujeres y niños enfermos con tuberculosis, malnutrición.
—Y volvió allí.
—Repetimos los años siguientes. Durante el curso trabajaba como abogado y profesor y en verano viajaba de nuevo. La gente me pedía llevar allí dinero o medicinas. Entonces, un amigo sacerdote me sugirió montar una ONG. Empecé a pasar buena parte del año allí y el resto aquí buscando financiación.
—¿Cómo llegó a interesarse por el problema del agua?
—Trabajando en el hospital nos dimos cuenta de que muchas de las enfermedades que la gente traía eran por falta de agua: malnutrición, diarreas, falta de higiene. En Etiopía son las niñas y las mujeres las que van a por agua. Muchas veces no van al colegio por eso. Van con un bidón de diez litros y vuelven con diez kilos a la espalda a un pozo que, a lo mejor, está a cinco o diez kilómetros. Si llueve, cogen agua a mitad de camino y al segundo o tercer día ya se empiezan a notar los síntomas. La diarrea es una de las principales causas de fallecimiento en menores de 5 años. Darnos cuenta fue el principio.
—¿Qué se propusieron hacer?
—Al principio íbamos al Gobierno a pedir un hidrogeólogo. Pero allí no tienen planos hidrogeológicos tan detallados como los de España. A veces nos pasaba que perforábamos pero no encontrábamos nada. Cuéntele luego eso a donantes que se han gastado miles de euros en ese proyecto.
—¿Cómo cambió su forma de trabajar?
—En Etiopía conocí a José Manuel, un malagueño que era zahorí. Le dije que quería aprender y él me respondió: «Eso no se aprende, eso es un don». Así que al día siguiente fuimos a un terreno que él ya había revisado, me dijo que consiguiera un palo con forma de Yy que me pusiera a andar. Me enseñó cómo había que cogerlo y al cabo de un rato se levantó en el mismo sitio que él había identificado antes. Luego conocí a varios perforistas españoles que me hablaron del péndulo, que te indica la profundidad a la que tienes que perforar. Si antes encontrábamos agua en un 60 % o 70 % de las perforaciones, ahora lo hacemos en un 99 %. A día de hoy, hemos excavado ya 155 pozos, sobre todo en zonas rurales, las más pobres.
—¿Cómo cambia el agua la vida de una aldea en Etiopía?
—Lo ves en los niños. En lugares sin agua están llenos de moscas, sucios y malnutridos. Y a lo mejor a 15 kilómetros están limpios, sanos y comen bien. Porque ya no es solo que puedan beber, es que un pozo habilita un sistema de riego: antes recogían una cosecha al año, ahora lo hacen cada dos o tres meses. Eso les permite tener excedentes y generar una fuente de ingresos; los jóvenes tienen trabajo, pueden arreglar sus casas, todos están más sanos.
—Me imagino que le recibirán muy bien.
—Te invitan a comer todos los días y no puedes decir que no. Matan a su vaca para agasajarte y eso que son muy pobres. Son muy generosos.